8:23 PM - Hemos reiterado que el consumo de drogas es un asunto sumamente delicado y peligroso por todas sus implicaciones y por todas las consecuencias negativas que se desprenden de tal uso.
Hemos reiterado, también, que no se ha asumido una postura consecuente y seria con relación al enfrentamiento y eliminación de este flagelo, pues se ha relajado con este asunto, en franco desconocimiento de que el mismo tiene entre sus víctimas a generaciones de niños y jóvenes que lamentablemente no podrán jamás asumir sus verdaderos roles generacionales ni mucho menos ser el futuro de la patria.
De ahí que quizás no sea nada nuevo decir que el uso de drogas es un problema de la sociedad aunque lamentablemente en algunas capas sociales, sobre todo en las pobres, la droga se está convirtiendo en un problema con muchas vertientes.
Es justo precisar que la dependencia en el uso de drogas es la primera enfermedad en toda historia de la humanidad que ha generado y genera una enorme renta por medio de la producción, venta y consumo de los llamados estupefacientes. Esta dependencia de millones de seres humanos sustenta este negocio, que se percibe en torno de un miedo masivo al que asistimos como característico de la llamada post-modernidad y la alteración notable y negativa de los vínculos y las identificaciones en la vida familiar.
El comercio de las drogas se ha modernizado y especializado aún más con el lavado de dinero por medio de la participación de grandes cadenas bancarias.
Y esta enfermedad no sólo genera renta sino que, además, tiene la necesidad de aumentar año tras año la cantidad de niños, jóvenes y adultos adictos para incrementar a su vez esos flujos de capitales blanqueados por sistemas financieros que les posibilitan el ingreso al circuito legal.
Muchas instituciones y personalidades sociales, que no ven más allá de sus narices, no atinan a comprender que con el consumo de drogas las sociedades modernas se han convertido en más violentas y represivas, a la vez que más necesitada de esa violencia.
Los que vivimos en los sectores más empobrecidos de esta sociedad sabemos, con lujo de detalles, los enormes problemas legales, familiares, sociales, morales y culturales que están creando a sus familias, a sus vecinos y su comunidad los adictos a al uso de drogas.
Muchos no quieren aceptar que en la mayoría de las desintegraciones familiares, la mayoría de los hechos delictivos y de hechos violentos está presente la venta y el uso de drogas.
Pero el asunto del enfrentamiento y de la prevención de este flagelo no puede ser en modo alguno un asunto exclusivo de la DNCD ni del CND como equivocadamente creen sectores del mismo gobierno y de la sociedad, sino que es un asunto de todos, que nos concierne, nos importa y nos debería interesar a todos, sin la más mínima exclusión.
En nuestra nación tenemos una visión y concepción muy estrechas acerca de la prevención, pues muchos no logramos comprender que todas las actividades, hasta las más sencillas, que se realicen con niños y jóvenes sanos, son en esencia preventivas a la corta o a la larga.
Son, pues, muchas las actividades culturales, deportivas, recreativas, instructivas, orientadoras, concientizadoras, formativas, etc, que podemos desarrollar en nuestras comunidades, la mayoría con poca inversión.
Autor: Ramón Cabral
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