jueves, 2 de junio de 2011

“El descuido es nuestro peor enemigo”

Por PEDRO MANUEL CASALS HIJO

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Esa frase nos sentaría bien a todos los dominicanos. Por costumbre somos descuidados y no prevemos. Tendemos a esperar hasta el ultimo instante y cuando ya no hay mas opción para tomar las medidas que en un principio debíamos realizar. Nos sucede a diario a los dominicanos con la goma de repuesto, con la placa y la revista de nuestros vehículos, con los oficios del trabajo, con nuestras obligaciones y en fin, en cada situación preferimos esperar el golpe de la imprevisión que hacer el esfuerzo de la prevención. Esperamos lo inevitable pensando que con postergarlo se corregirá solo. Es un defecto muy perjudicial porque nos limita como personas y como sociedad.

Un ejemplo peligroso y vergonzoso, es el preocupante brote de cólera que se continúa esparciendo por nuestro país como el viento en todas direcciones. Ya el Colegio Medico Dominicano ha publicado la escalofriante cifra de 5,288 infectados y 41 muertos por cólera. Conversando con algunos amigos médicos, especialistas en epidemiologia y en pandemias, me han expresado su extrema preocupación por el silencio y el hermetismo de nuestro Ministerio de Salud en cuanto a los casos y las cifras, ya que tratándose de este tipo de enfermedad, la información constante y las estadísticas son vitales para combatirla. Además me han hecho la estimación a partir de las estadísticas actuales, que en una semana la cifra de contagiados podría aumentar a 10,500. Esa estimación en una isla y con una población poco educada y pobre significa una verdadera amenaza.

Desde que se inicio el brote de cólera en Haití, los países de la región adoptaron las medidas necesarias para evitar la infiltración de la enfermedad en sus naciones. Ningún país permitió el libre transito de dominicanos a sus países sin aplicar los debidos protocolos médicos a cada dominicano, los cuales incluyen la medicación de antibióticos. De igual manera debimos hacer aquí.

Debimos prevenirnos en vez de lamentarnos. Es inaceptable que hayamos tenido una sola muerte por cólera. No debió suceder. Todos los expertos recomendaron el cierre de la frontera y su estricta supervisión. Aplicar los protocolos médicos a cada nacional haitiano que viniera al país.

Hacer una red de centros de atención primaria y comunicación en todo el país que permitiera el flujo de información y el conocimiento de los ciudadanos de las medidas y las indicaciones de lugar. En ubicaciones estratégicas y con programas que integren a las comunidades al combate de la terrible enfermedad se hubiese podido evitar la perdida de vidas dominicanas. En vez de adoptar estas medidas nuestro Ministerio de Salud aposto al silencio y el aislamiento. Creyeron que aislando los casos y controlando la información podían contrarrestar la propagación del cólera. Creyeron mal.

Hoy nos vemos amenazados gravemente de una enfermedad que con información precisa y adecuada higiene se hubiese podido evitar. Eso demuestra el descuido de nuestras autoridades y refleja nuestra poca integración como sociedad. Tuvimos que esperar que empezaran a morir dominicanos para tomar medidas, eso no tiene justificación. Ya se ha determinado que para la completa erradicación de la enfermedad se tomarían algunos 5 a 8 años y eso es si se lleva un programa estricto y apegado a los protocolos médicos.

Algunos pensaran que era inevitable y que puede ser controlado. Pero el cólera no solo afecta nuestra salud. Sus estragos los vamos a sentir en el sector turismo cuando ya ayer la prestigiosa cadena BBC de Londres, afirmaba que en Republica Dominicana existe una epidemia de cólera. Los países más desarrollados y principales exportadores de turistas están advirtiendo a sus ciudadanos de evitar viajar a la Republica Dominicana. Nuestro sector turismo debe prepararse e iniciar una campaña para reafirmar la seguridad sanitaria de los turistas en nuestro país. De lo contrario la pérdida de alrededor de 200 mil turistas se va a reflejar de manera directa en la economía nacional.

Es lamentable que la manera de aprender a prevenir como nación sea con la mortal lección del cólera. Que tomemos conciencia como sociedad y como nación a hacer lo que se deba hacer en el momento indicado sin vacilaciones ni dudas, ya que cuando hay vidas dominicanas en peligro deben de tomarse cuantas medidas sean necesarias para la preservación nuestros ciudadanos. Por encima de cualquier circunstancia, país o situación, las vidas dominicanas deben de ser lo primordial para nuestro Estado y no abstenerse de ejecutar las medidas correspondientes por temores a presiones internacionales.

Cada vida dominicana que se pierda por esta enfermedad se traducirá en una perdida irremediable de confianza en las autoridades y serán de responsabilidad de nuestro gobierno por descuidado y negligente. Pero por ahí vienen las elecciones y de seguro el pueblo recordara muy bien sus muertos por la poca eficiencia de las actuales autoridades. Quien nada debe nada teme.

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