miércoles, 8 de julio de 2009

Jacho apagao


Hoy/ Wilson Morfe

Gobiernos del PRD se encargaron de quebrar utopías de sus líderes

Escrito por: ROSARIO ESPINAL
Cuando el jacho estaba prendío, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) era la esperanza del pueblo, el ideal de libertad, el partido de las reformas, la utopía que enarbolada la conquista de la democracia.

Llegó al país en 1961 con un proyecto transformador, y Juan Bosch inició de inmediato el arduo trabajo de instruir al pueblo en el quehacer político, en sueños de libertad, la realidad social y la posibilidad de cambiar.

Bosch fue el gran maestro político de la sociedad dominicana, y el interés por la política que ha caracterizado al pueblo dominicano desde entonces se debe a la escuela radiofónica del PRD, primero en la voz de Bosch y luego en la de José Francisco Peña Gómez.

Sus discursos estaban cargados de principios, de explicaciones sociales y de emotividad política; entusiasmaban y vinculaban el pueblo a un proyecto de cambio que gestaba fuertes identidades partidarias.

El PRD se convirtió en el único partido de masas que ha conocido la República Dominicana, con una fuerte organización nacional, frentes de masas y una dirigencia amplia y diversa.

Bosch fue maestro y Peña Gómez movilizador. Uno sentó las bases elementales para la compresión social y el otro llevó el PRD al poder en medio de las adversidades balagueristas.

Bajo sus liderazgos, el jacho estuvo siempre prendío porque ambos enarbolaron sueños que emanaban de ideales políticos para construir una sociedad mejor.

Cometieron errores, establecieron rivalidades y fracturaron el proyecto liberal dominicano con la división en 1973, pero nunca dejaron de ser referentes de ideales de transformación.

Los gobiernos del PRD, sin embargo, se encargaron de quebrar las utopías de sus dos grandes líderes.

Fueron administraciones agotadas por la imposibilidad de introducir cambios significativos en la economía y reducir las desigualdades sociales, prevalecieron los escándalos de corrupción, la ineficiencia gubernamental, y cada gobierno perredeísta terminó con hedor.

Antonio Guzmán se suicidó antes de entregar el mando, Salvador Jorge Blanco fue enviado a reclusión domiciliaria bajo acusaciones de corrupción, e Hipólito Mejía concluyó en medio de una crisis económica sin precedentes y un manipulado intento reeleccionista.

Con sucesivos fracasos gubernamentales, el PRD se ha arrinconado a la espera de que los males del gobierno peledeísta abran el camino para un retorno al poder en el futuro cercano.

En la espera, el partido no evidencia ningún intento importante por mejorar su ideario y encontrar nuevos líderes con capacidad de inyectarle ideas progresistas que sirvan de referente para renovarlo.

Atrapados en la confrontación partidaria, explícita o soterrada, Leonel Fernández les ayudó a desempatar el juego. Llamó a Miguel Vargas para negociar la reforma constitucional y fue suficiente para que el PRD se animara a declararlo presidente al vapor y tener alguien al timón.

Pretendían la coronación sin corte, pero los dirigentes excluidos se revelaron y ahora vendrá la elección de los demás directivos partidarios.

Más allá de la competencia electoral, que servirá indiscutiblemente para reactivar el partido, el PRD carece actualmente de ideario político que sustente un proyecto de utopías y transformación social.

En las elecciones congresionales-municipales de 2010, muchos candidatos perredeístas triunfarán. Será una competencia entre dos partidos (PRD-PLD) donde se gana por mayoría relativa o de manera proporcional, y en las que históricamente sólo vota alrededor de la mitad de la matrícula electoral.

Para el 2012, sin embargo, la competencia presidencial será más difícil porque un segmento importante del electorado histórico perredeísta es ideológico-liberal y requiere de un jacho prendío para votar.

¿Encontrará el PRD quién le imprima las ideas progresistas y un mensajero que las pronuncie de manera creíble? Si no, será difícil que alcance mayoría absoluta en el 2012.

http://www.hoy.com.do/opiniones/2009/7/7/284431/Jacho-apagao

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