miércoles, 13 de julio de 2011

La novela del PRD

Por MAXIMO SANCHEZ* 
 
*EL AUTOR es miembro del PLD. Reside en Raleigh, Estados Unidos.
... la candidatura presidencial del ex presidente Mejía asemeja a una gran chichigua, caracterizada por una inmensa cola, pero mojada
 
La desorganización del Partido Revolucionario Dominicano, siempre ha sido la gran ventaja de sus contrarios. Este partido es la imagen de la República Dominicana en sus guerras montoneras de finales del siglo antepasado y comienzos del XX; cuando cualquier caudillo se proclamaba general y comenzaba una revuelta que daba al traste con el gobierno del país.

En nuestro país vivimos acostumbrados a las reyertas del “Buey blanco”, a tal punto que si sus convenciones solo terminan con discusiones y acusaciones de fraude son normales; porque hubo otras anteriores que terminaron a tiros y sillazos y con divisiones prolongadas de liderazgos y grupos, a cuyas cabezas les sorprendió la muerte por caminos diferentes.

Estas luchas internas del PRD no permiten a sus líderes pensar en el país, pues tan ocupados viven en desplazarse los unos a los otros, que sus posiciones públicas con respecto a nuestros problemas como Nación son pura pantomima; en él todo se duplica o triplica, por ejemplo, una comisión económica oficial y otra oficiosa; una emite conclusiones oficiales del Partido y la otra por lo bajo deja escapar conceptos diferentes a los de la primera.

Aquí hasta el español se ha acomodado, para suavizar las fricciones y buscarle salida a los conflictos; se ha inventado la denominación “en funciones” para tener dos presidentes, 30 vicepresidentes, una multiplicidad de designaciones en las posiciones para contentar a los desafectos (esto sin hablar del 2 y 2, dos años para un compañero y dos para otro, que hasta en el estado irrumpió).

Con una realidad interna como la que exhibe, no es extraño que el PRD pueda ser inducido desde afuera a tomar las decisiones que menos le convienen como partido; ilustremos con un ejemplo: La restauración de la figura de Hipólito Mejía no es fortuita; cuando el llamado pacto de las corbatas azules, si a Miguel Vargas le pasó inadvertida la resurrección del PPH, el Dr. Leonel Fernández sabía lo que vendría; y si no puso hincapié para firmar un pacto constitucional que impedía la reelección consecutiva por dos períodos como era su preferencia, fue porque no le interesaba una tercera reelección y porque sabía que borrando del texto constitucional aquel “nunca jamás”, revivía el sector con más pobre bagaje del partido opositor, además de crear nuevas oportunidades en el futuro para sí mismo.

Ahora tenemos la candidatura presidencial del ex presidente Mejía, que asemeja a una gran chichigua, caracterizada por una inmensa cola, pero mojada; las chichiguas rompen el hilo y se pierden, pero además, cuando se moja la cola nunca hemos visto a ninguna subir hasta el firmamento.

La lucha por la candidatura presidencial solo ha sido una escaramuza; la verdadera guerra intestina vendrá después de las elecciones generales, pues hay que definir cuál de los grupos es el verdadero dueño del Partido Revolucionario Dominicano.

Aquel que perdió la candidatura, solo puede conservar los puestos de mando de manera coyuntural, para ofrecer a la base una ilusión de unidad; eso lo sabe Miguel y su grupo y también aquellos que piensan defenestrarlos después del 20 de mayo del 2012.

Esta novela continuará en los próximos años; y esperamos que para el pueblo dominicano, solo sea una novela, y no la infausta realidad de aquel último episodio del cuatrienio que vivimos en peligro.

av/am

http://www.almomento.net/news/135/ARTICLE/91240/2011-07-09.html

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