sábado, 31 de octubre de 2009

Frontera, carbón y angustia

Los haitianos vienen a acabar con nuestra flora, nuestros bosques

Escrito por: JACINTO GIMBERNARD PELLERANO

No estoy de acuerdo con quienes consideran imposible la solidificación, la eficientización de nuestra frontera. Personas a quienes admiro y respeto por las nobles intenciones que los mueven, como el ex Presidente Jimmy Carter, quien dijo que “No hay manera de que la República Dominicana sea capaz de detener la migración haitiana” y generalizó explicando que esa es una situación que pasa en todos los países del mundo, pobres o ricas, y señaló que Estados Unidos, con sus grandes recursos, no ha podido controlar la migración mexicana. Pero resulta que la frontera de Estados Unidos con México no se puede comparar en extensión y realidades históricas con la domínico-haitiana, aunque ambas realidades históricas sean trágicas, abusivas y sangrientas.

El ingeniero Eleuterio Martínez, eminente especialista en Recursos Naturales y hombre de bien y sensatez, ha escrito en su columna Consultorio Ecológico del miércoles 28 del corriente que: “Aunque coloquemos un guardia cada cincuenta metros, construyamos el muro chicano o la muralla china, los haitianos van a burlarla”.

Por supuesto. Pero lo que necesitamos no es que se detenga o se logre que sea imposible burlar en cierta medida la seguridad fronteriza. Tal cosa es una pretensión absurda. Lo que necesitamos es que se establezca un control. Un límite. El país se nos llena de haitianos. ¿Que trabajan más y más barato que los dominicanos que no están dispuestos a realizar duras tareas por salarios de miseria, durmiendo en el suelo sobre cartones y pasando hambre? Ciertamente. Pero la voracidad inhumana, esa epidemia de enriquecimiento vertiginoso e inmoral que nos aqueja, está dejando sin trabajo a mucha de nuestra gente que estaría dispuesta a realizar trabajos duros –como lo hacían antes- si reciben un tratamiento más humano. Y más patriótico. Se discute gravedosamente sobre la Constitución, pero resulta que no se obedece lo establecido. Se legisla que es obligatorio emplear cierto porcentaje de dominicanos antes de contratar extranjeros, pero no se le hace caso.

Los haitianos nos están empujando cada vez más. Lo peor es que, habiendo ya desertificado Haití, donde no hay árboles que tumbar para hacer leña y carbón, vienen a acabar con nuestra flora, con nuestros bosques, con nuestro verde.

Un reciente y aterrador estudio de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales reveló que en las provincias Independencia y Bahoruco, doscientos productores, mayormente haitianos, fabrican unos treintaisietemil sacos de carbón al año que son llevados a Haití, moviendo ochentainueve millones de pesos dominicanos por año. Nos están desertificando. Se afirma que son vendidos a menos de cinco comerciantes haitianos radicados aquí. Eso se sabe pero se calla.

Eleuterio Martínez nos advierte que nuestras riquezas naturales se están convirtiendo en cenizas, que Haití “tiene bien poblada su frontera de Norte a Sur pero de este lado, la única población nativa son dos o tres guardias en cuarteles cuyas distancias se miden en horas”.

Así de aterradora es la situación. No queremos escuchar pomposas declaraciones ni extensos planes. Se requiere acción inmediata que no dure “lo que una cucaracha en un gallinero”. Nada.

http://67.199.16.148/opiniones/2009/10/30/299942/Frontera-carbon-y-angustia

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