No es la primera vez que el doctor Marino Vinicio Castillo Rodríguez (Vincho) expresa su preocupación por la presencia del narco cada vez más profunda en la entretela de la sociedad.Mucha gente se molestaba cuando hace años el doctor Castillo Rodríguez hacía sus planteamientos y llegaban a definir sus advertencias como “cantaletas.” En aquellos momentos, sus prédicas parecían enmarcadas en un lejano futuro. Nadie pensaba que el narco alcanzaría los niveles que hoy tiene, involucrando en volúmenes cada vez mayores a la juventud y las autoridades. Ahora sabemos que las advertencias del doctor Castillo Rodríguez no eran cantaletas y, lo que es peor, como dijo el pasado miércoles ante el presidente Leonel Fernández, ya esos enemigos de la sociedad tienen un amplio trecho ganado.
Es evidente que para reducir esa influencia del narco que abarca importantes segmentos del poder político se hace necesario un esfuerzo redoblado de la sociedad y, lo más difícil de todo, vencer la desidia que surge a partir de que muchos grupos sociales sienten o presienten que las drogas nos arropan y tenemos perdida esa batalla.
El pillaje que se desata a partir del involucramiento del individuo en el consumo de la droga parece producir una sensación de gran presencia de narcotraficantes en todos los estratos de la sociedad.
Sin embargo, es innegable que por personas como el doctor Castillo Rodríguez, que no han desmayado en sus denuncias ni cedido en sus posiciones, es que hoy existe la posibilidad de vencer. Las formas milagrosas como se sostienen Muchachos con Don Bosco, la Pastoral Juvenil de la Iglesia Católica, los grupos religiosos de todas las denominaciones que luchan con denuedo para orientar a los jóvenes, así como Casa Abierta y Hogares Crea, son un ejemplo de que hay recursos humanos dispuestos a la batalla sin esperar recompensas.
Además, como comúnmente apunta el doctor Castillo Rodríguez, quien es un hombre religioso, los dominicanos hemos vencido siempre, reponiéndonos de las circunstancias más difíciles por la fe en Dios que tenemos y el auxilio de las personas de buena voluntad.
Es hora de aunar voluntades.
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