Curiosamente, ningún demócrata -que yo sepa o recuerde- se quejó de la falta de contrapeso en los poderes públicos ni mucho menos de lo que hizo el PRD con esa mayoría: ¡aplastar, imponer y avasallar! Recordemos fue la dinastía blanca de Andrés Bautista García y Ramón Alburquerque “…Entren to’ coño…” (sin contar que el célebre hombre del maletín y las ONGs fantasmas-fraudulentas tenían como domicilio -y era vox pópuli- el Congreso Nacional).
Hoy, que muy probablemente (si las matemáticas y las encuestas no fallan), el PLD y el Bloque progresista lograran el próximo 16 de mayo, mayoría parlamentaria absoluta, salen una serie de demócratas de mudanza y acarreo a vociferar lo dañino que sería para el país y la democracia que un sólo partido controle todos los poderes públicos. Y nos preguntamos, ¿Y adónde estaban, en el 98 y en el 2002, estos demócratas-coyunturales? Por algo son, como he dicho: demócratas de una sola vía.
Todavía a doña Milagros Ortiz Bosch, le perdono que apele a ese cliché (el de contrapeso de los poderes públicos). Primero, porque en ella eso es político. Y segundo, porque sé del trance difícil en que se encuentra. Se encuentra: a la puerta de una segura derrota-retiro. Y eso -aunque una especie de retiro solemne- se respeta.
Pero si se me preguntase, que si estoy de acuerdo con que un sólo partido tenga el control de los poderes públicos, en mi intima convicción diría ¡que no!; pero sucede, que yo milito en un sistema de partido de monopolio de las jerarquías orgánicas (llámese “democracia” vertical y de feudos), clientelista, y donde predomina una cultura política basada en el ñamerismo, el “motoconchismo político” y la “cultura democrática” de la oposición política también aspira a lograr mayoría absoluta (¡no seamos pendejos!). Entonces, ¿cómo exigirle a mi partido (el PLD) que no aspire a esa mayoría parlamentaria?
Es por ello que, desde esa lógica -¿o absurda?- política-cultural, estoy totalmente de acuerdo con que mi partido y el Bloque Progresista ganen las 32 provincias. Sencillamente porque eso, en nuestro país, es y ha sido genuinamente democrático. Además, cuando el PLD gobierna el país funciona y tiene crédito internacional. Contrario, cuando el PRD gobierna el país no funciona, se retrotrae en su desarrollo y campea el desorden institucional. ¡Las diferencias son abismales!
Entonces finalmente lo que corresponde ‘democráticamente’, es que el PRD y su claque de pensadores orgánicos, analistas estratégicos y satélites mediáticos (Juan Bolívar Díaz, Colombo, Andrés L. Mateo y comparsa) reciban y asimilen, si se consuma la proyectada derrota electoral (mayo 16), con la misma entereza y resignación democrática con que el PLD la aceptó en el 1998 y en el 2002. De lo contrario, habría que preguntarles ¿Qué clase de demócratas son ustedes? ¿Acaso, de una sola vía: es decir, solo cuando ganan? Evidentemente que sí. De todas formas, ¡Esa pela va!
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