lunes, 12 de septiembre de 2011

Temor a delinquir

Vinicio A. Castillo Semán
viniciocastilloseman@gmail.com

La palabra clave está en el “temor a delinquir”; “temor a la sanción por hacer lo mal hecho”. Si éste no existe, la sociedad se vuelve un caos, porque el respeto a las leyes y a las buenas costumbres, desde que se conocen las primeras civilizaciones, no solo provienen de la rectitud, de la decencia y de los principios del ser humano por hacer el bien, sino del temor que éstos tienen de ser reprimidos por sus acciones negativas, conforme a su idiosincrasia, cultura, costumbres y leyes.

El ejemplo del temor a hacer lo mal hecho, surge desde los primeros años de conciencia en la infancia del ser humano.

Los padres enseñan a sus hijos las buenas costumbres, los principios, el respeto a los demás, el amor y el temor a Dios. Pero, aparejado con ello, crean en sus hijos el sano temor a que si las cosas no se hacen bien hechas tendrán un castigo por ello. Es la conjugación de estos dos aspectos esenciales en la vida del ser humano, lo que los forma en su conciencia para una convivencia armoniosa en sociedad.

Esas mismas reglas del hogar, son en esencia las reglas que rigen las sociedades a través de sus leyes, aprobadas por los poderes públicos del Estado y que no son más que el reflejo de décadas y siglos de valores, costumbres y principios, con los que nos damos una identidad como nación y que norman nuestra vida en sociedad.

¿Qué ha ocurrido en este país? ¿Por qué el desastre insoportable que tenemos con el tema de la delincuencia? Porque un grupo muy reducido de encumbrados conciudadanos, haciéndole el juego a una potencia extranjera, nos impuso de la noche a la mañana un cambio total en todo nuestro sistema procesal penal, en un modelo ajeno totalmente a la idiosincrasia de nuestro pueblo, borrando de golpe y porrazo más de 125 años de tradición jurídica vigente en nuestro país en esta materia, ligada al Derecho Francés. El resultado está claro. La implementación del Código Procesal Penal aprobado en el Congreso perredeista (por lo que pueden hacer politiquería con el tema) ha enviado a los violentos que están hoy acabando con la gente decente en las calles, el mensaje de que hay todo un sistema procesal “garantista” que le permite tener un trato “light” frente a sus desmanes. Esto, independientemente de causas ancestrales de orden económico y de desigualdad social, es hoy por hoy el mayor estímulo a la delincuencia y a que las fuerzas del orden puedan corromperse, al llegar a la triste conclusión de que no vale la pena el esfuerzo que puedan hacer para combatir el crimen, si la justicia lo que hace es premiarlo.

El país tiene una impunidad judicial total para la delincuencia, fruto de la vigencia del Código Procesal Penal y del Código del Menor (igualmente impuesto desde fuera), y el adoctrinamiento o “lavado de cerebro” que con auspicio extranjero se le ha dado a nuestros jóvenes jueces, a quienes se les ha puesto una especie de anteojera, que sólo les permite ver las garantías del delincuente, sin atender en sentido general, en lo más mínimo, a la seguridad de la sociedad, convirtiéndolos no solo en terceros imparciales en el proceso, sino en terceros ajenos al drama que vive su sociedad.

El 90% de la gente que anda matando y atracando, tiene uno, dos y hasta dieciocho sometimientos previos por hechos graves y andan en la calle como si nada, favorecidos por blandengues medidas de coerción del dicho Código, impuestas supuestamente hasta que culminen sus procesos, a los que nunca asisten y terminan siendo declarados rebeldes.

La modificación de este terrible estado de cosas de impunidad judicial de la delincuencia va a conllevar un gran esfuerzo del Estado Dominicano y de la sociedad toda, que empieza a movilizarse ante la gravedad a que está llegando el fenómeno criminal en la República Dominicana. Hay que modificar los códigos Procesal Penal y del Menor. La nueva Suprema Corte de Justicia, como cabeza del Poder Judicial, que será nombrada en las próximas semanas, a mi juicio tendrá en este tema su mayor reto. Hay que mandar una señal inequívoca a la delincuencia, de que el Estado Dominicano le va a responder con medidas legales que aseguren que los violentos criminales estén en las cárceles y no en las calles, como andan hoy con plena impunidad, todo en procura de la tranquilidad y el sosiego de la familia dominicana.

A los que pueden catalogar nuestra posición como atrasada, les remito a leer las desesperadas palabras del Primer Ministro de Inglaterra (Cuna del Sistema Adversarial Acusatorio) ante el Congreso hace unas semanas, en donde clamaba por un urgente endurecimiento del papel de la justicia en su sociedad, ante el desastre que se ha venido produciendo en los últimos tiempos.

Hay que apoyar la manifestación de la plaza La Lira, como se hizo, sin política partidarista. La víctima de la delincuencia que nos afecta puede ser de cualquier partido, de cualquier clase social, hombre, mujer, viejo o joven.

En este tema se necesita una gran unidad nacional de la gente de buena voluntad que debe aumentar su justa y digna presión al Congreso Nacional y a los poderes públicos, para que esta situación sea enfrentada con vigor y reaparezca en los ciudadanos el sano y perdido temor a la sanción por hechos criminales.

http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2011/9/12/203241/Temor-a-delinquir

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