El desmentido hecho por el presidente del
Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) sobre la versión de que
el movimiento “TNT: Tomando Nuestro Territorio” pertenecía a un
movimiento evangélico, como había dicho el ex Cónsul Edwin Paraison,
viene a quitarle la excusa absurda de “movimiento religioso” que se
utilizó para ponerle franela a cientos de haitianos ilegales residentes
en el país, de lo cual hay plena constancia.
Para quien esto escribe, no ha sido la aparición de TNT una sorpresa. Es más que evidente que las estrategias de la élite política, diplomática e intelectual haitiana será en los próximos meses la de “concientizar” y “organizar” al más del millón de haitianos que están de este lado de la isla, aprovechando la seguridad “legal” que se les ha dado a través del compromiso de cero deportación para todo aquél que se quiera acoger al Plan Nacional de Regularización durante el próximo año y medio.
La invasión de la población de Haití hacia República Dominicana está en marcha. Hemos advertido una y otra vez, y no nos cansaremos de hacerlo, que el Plan Nacional de Regularización de ilegales haitianos en nuestro país es un arma de doble filo, que sólo cumplirá sus objetivos en beneficio estratégico de la República Dominicana si la frontera es sellada y el control que se asuma en lo adelante del tráfico humano sea drástico y de gran envergadura. Si no, el Plan Nacional de Regularización será un toque de llamada a la población depauperada de Haití a que vengan a nuestro territorio, que es lamentablemente sigue ocurriendo.
El plan de fusión está en marcha a través de la movilización de poblaciones haitianas hacia República Dominicana. Las potencias invertirán a través de las Ong’s muchos millones de dólares en organizar, ya en nuestro territorio, a esa población que viene buscando nuevos horizontes económicos y de vida, para convertirla en poder político organizado que pueda en las próximas décadas reivindicar las conquistas históricas que tuvieron sobre esta parte de la isla antes del 27 de febrero de 1844.
La realidad que no le gusta oir a algunos que se la dan de “avanzados” y “liberales” es que la “única e indivisible” ha sido, es y será un objetivo de las élites políticas intelectuales y diplomáticas haitianas, que durante largo tiempo se lo han inculcado a su población.
La comparsa de los traidores del patio logró estigmatizar a todo aquel que se atreviera a hablar de este tema fundamental para la suerte de República Dominicana, tildándonos de “antihaitianos”, “racistas”, “derechistas”, “retrógrados”, “neonazis” y cuantas sandeces se les ocurría. Ese poder mediático y de opinión ha logrado indiscutiblemente que por mucho tiempo la clase política dominicana en general le huya al tema como el diablo a la cruz, resblandeciendo las defensas institucionales de la República.
El más bello fruto del debate generado a raíz de la sentencia No.168-13 del Tribunal Constitucional ha sido el resurgir vibrante del patriotismo dominicano; la unidad nacional pocas veces vista en décadas y sobre todo la toma de conciencia de los peligros reales de la invasión silente de Haití hacia República Dominicana; el gran poder internacional detrás de esa conjura y la activa participación de los traidores del patio que le han servido de quintacolumna y Caballo de Troya en el centro mismo de nuestra sociedad.
El pueblo dominicano tiene hoy una visión y conciencia clara de la estrategia de las élites haitianas a las que pertenece el señor Paraison. Por eso la sociedad dominicana se ha movilizado y expresado en contra del insolente movimiento TNT que, como bien dijo el Ministro de las Fuerzas Armadas Alm. Sigfrido Pared Pérez, significan una afrenta contra República Dominicana.
Lo cierto es que los dominicanos tenemos que estar muy atentos a todo el proceso que se vivirá en los próximos meses, en ocasión del proceso de regularización de extranjeros ilegales y de la aprobación e implementación de la Ley Especial de Naturalización.
La construcción del muro en la frontera y el control estricto de los flujos migratorios serán la única garantía de que la invasión masiva de haitianos ilegales no derive en un inexorable proceso de fusión y de toma del poder político por parte de la población haitiana en corto y mediano plazo. El compromiso que exige el país hoy es no dejarse chantajear del grupúsculo de traidores del patio y defender a nuestro país de esa conspiración. Si no lo hacemos, además de perder nuestra patria, jamás podremos mejorar las condiciones de vida y de superación de nuestra propia gente.
Para quien esto escribe, no ha sido la aparición de TNT una sorpresa. Es más que evidente que las estrategias de la élite política, diplomática e intelectual haitiana será en los próximos meses la de “concientizar” y “organizar” al más del millón de haitianos que están de este lado de la isla, aprovechando la seguridad “legal” que se les ha dado a través del compromiso de cero deportación para todo aquél que se quiera acoger al Plan Nacional de Regularización durante el próximo año y medio.
La invasión de la población de Haití hacia República Dominicana está en marcha. Hemos advertido una y otra vez, y no nos cansaremos de hacerlo, que el Plan Nacional de Regularización de ilegales haitianos en nuestro país es un arma de doble filo, que sólo cumplirá sus objetivos en beneficio estratégico de la República Dominicana si la frontera es sellada y el control que se asuma en lo adelante del tráfico humano sea drástico y de gran envergadura. Si no, el Plan Nacional de Regularización será un toque de llamada a la población depauperada de Haití a que vengan a nuestro territorio, que es lamentablemente sigue ocurriendo.
El plan de fusión está en marcha a través de la movilización de poblaciones haitianas hacia República Dominicana. Las potencias invertirán a través de las Ong’s muchos millones de dólares en organizar, ya en nuestro territorio, a esa población que viene buscando nuevos horizontes económicos y de vida, para convertirla en poder político organizado que pueda en las próximas décadas reivindicar las conquistas históricas que tuvieron sobre esta parte de la isla antes del 27 de febrero de 1844.
La realidad que no le gusta oir a algunos que se la dan de “avanzados” y “liberales” es que la “única e indivisible” ha sido, es y será un objetivo de las élites políticas intelectuales y diplomáticas haitianas, que durante largo tiempo se lo han inculcado a su población.
La comparsa de los traidores del patio logró estigmatizar a todo aquel que se atreviera a hablar de este tema fundamental para la suerte de República Dominicana, tildándonos de “antihaitianos”, “racistas”, “derechistas”, “retrógrados”, “neonazis” y cuantas sandeces se les ocurría. Ese poder mediático y de opinión ha logrado indiscutiblemente que por mucho tiempo la clase política dominicana en general le huya al tema como el diablo a la cruz, resblandeciendo las defensas institucionales de la República.
El más bello fruto del debate generado a raíz de la sentencia No.168-13 del Tribunal Constitucional ha sido el resurgir vibrante del patriotismo dominicano; la unidad nacional pocas veces vista en décadas y sobre todo la toma de conciencia de los peligros reales de la invasión silente de Haití hacia República Dominicana; el gran poder internacional detrás de esa conjura y la activa participación de los traidores del patio que le han servido de quintacolumna y Caballo de Troya en el centro mismo de nuestra sociedad.
El pueblo dominicano tiene hoy una visión y conciencia clara de la estrategia de las élites haitianas a las que pertenece el señor Paraison. Por eso la sociedad dominicana se ha movilizado y expresado en contra del insolente movimiento TNT que, como bien dijo el Ministro de las Fuerzas Armadas Alm. Sigfrido Pared Pérez, significan una afrenta contra República Dominicana.
Lo cierto es que los dominicanos tenemos que estar muy atentos a todo el proceso que se vivirá en los próximos meses, en ocasión del proceso de regularización de extranjeros ilegales y de la aprobación e implementación de la Ley Especial de Naturalización.
La construcción del muro en la frontera y el control estricto de los flujos migratorios serán la única garantía de que la invasión masiva de haitianos ilegales no derive en un inexorable proceso de fusión y de toma del poder político por parte de la población haitiana en corto y mediano plazo. El compromiso que exige el país hoy es no dejarse chantajear del grupúsculo de traidores del patio y defender a nuestro país de esa conspiración. Si no lo hacemos, además de perder nuestra patria, jamás podremos mejorar las condiciones de vida y de superación de nuestra propia gente.
http://listin.com.do/puntos-de-vista/2014/3/3/312827/La-invasion-esta-en-marcha
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