Por
Pelegrin Castillo.
La frontera es pues no sólo un punto de fricción, sino también un punto
de contacto y de mutuo beneficio. Es necesario desmitificar la frontera
como fuente de todos los males. Eso no ayuda a la solución pacífica de
los problemas.
Porque, además, la realidad que se está desarrollando en los últimos
tiempos no es de confrontación; con frecuencia lo es de colaboración.
La
isla va quedando paulatinamente configurada como un espacio económico
prácticamente dominado por el capital dominicano. Que la frontera puede
ser un “problema”, no cabe duda, pero es necesario superar esa
definición como la única premisa de trabajo. Claro que hay una historia
traumática que superar. Hay también diferencias culturales entre ambas
sociedades y desigualdades socio-económicas.
Pero la solución pasa por
la implementación de políticas inteligentes e innovadoras en torno a un
sistema de administración y gestión fronterizo… Shlomo Ben ami, prógolo
al libro “Haití y los intereses nacionales”. El amigo Pelegrín Castillo
tuvo la deferencia de enviarme autografiado y con una hermosa
dedicatoria su libro “Haití y los intereses nacionales”. El pequeño
libro, de unas 100 páginas, contiene su posición sobre el futuro no solo
de las relaciones dominicanas y haitianas, sino de Haití como nación
propiamente dicho. Anexa una serie de importantes documentos.Creo que
este libro significa un paso de avance en la reflexión de Pelegrín
Castillo sobre Haití. En sus páginas no aparece, como yo esperaba, la
fogosidad expositiva que caracteriza a la familia Castillo. Como tampoco
el discurso agresivo y nacionalista a ultranza con un dejo profundo de
antihatianismo del que Pelegrín ha sido uno de sus principales voceros.
El Pelegrín que aparece en estas reflexiones es un político mucho más
maduro y pausado, que entendió la realidad de que la República
Dominicana y Haití no tienen otro camino que entenderse y desarrollar
puentes de comunicación y colaboración. Aunque todavía tengo algunas
diferencias conceptuales con él, reconozco que su pensamiento y el tono
de sus palabras han variado: Quiero hablarles como amigo, y hacerlo con
total franqueza. Nosotros, dominicanos y haitianos, tenemos que
enfrentar un desafío considerable. ¿Cómo organizar nuestra presencia y
nuestro porvenir en una misma isla? Dos culturas diferentes. Una
explosión demográfica y problemas medioambientales gravísimos. Y,
además, una situación geopolítica amenazante… No hay ningún pueblo en el
mundo que tenga más interés en el porvenir de Haití que el pueblo
dominicano. (p.96/97). Coincido con él en la posición de que la solución
a los ancestrales, graves y profundos problemas políticos, económicos y
sociales de Haití, agravados con creces por el terremoto de 2010, debe
contar con el compromiso real, efectivo y sincero de la comunidad
internacional. Los organismos internacionales y muchas naciones
poderosas han hecho promesas de donaciones y de diferentes inversiones,
pero no ha llegado. ¿Qué está pasando? ¿Por qué no se materializan las
promesas? Hay que apelar a un esfuerzo multilateral para la
reconstrucción de Haití, en la América del Norte como en la comunidad
europea principalmente. Porque Haití es una nación emblemática. Porque
hoy el mundo resulta pequeño, y lo que ocurre aquí tiene repercusiones
en todas partes…
Nosotros los dominicanos debemos gritar frente a
Estados Unidos, a Canadá y la Comunidad Europea que no hay solución
dominicana a los problemas de Haití… Nosotros también somos un Estado
frágil…. (p. 98). Propone un mini Plan Marshall para Haití, que contenga
un fideicomiso que permita contar con recursos frescos para inversiones
fundamentales en su economía.
El tema del futuro de Haití preocupa a
muchos. Y sobre todo debe preocuparnos a nosotros, los dominicanos. La
migración haitiana al país es directamente proporcional a las crisis
económicas y políticas de Haití. Mientras mayores sean los problemas en
la nación haitiana, mayor será la presión migratoria al país.Acorde con
su convicción, Pelegrín le escribe al canciller de la República
Dominicana, Carlos Morales Troncoso, para proponerle un plan de acción a
fin de motivar a la comunidad internacional a que asuma el compromiso
de ayudar a Haití. Contiene 12 puntos que van desde la constitución de
un grupo multidisciplinario de trabajo, hasta la elaboración de
documentales sobre la situación haitiana en varios idiomas. Considera
que se debe hacer un plan especial de sensibilización con varios
Estados, a saber: Israel, por su influencia con los Estados Unidos.
El
Vaticano, por su influencia moral. China y Rusia, por sus posiciones
decisivas en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Finalmente, le
sugiere involucrar al Grupo de Río, porque ya tiene presencia en
Haití.Pelegrín propone 10 medidas para la regularización de la
migración. En algunas de sus propuestas tengo diferencias. El plan de
repatriación tiene sus bemoles. En el proceso no solo se violan los más
elementales derechos humanos, sino que se ha evidenciado que hay
complicidad entre las autoridades y las mafias que promueven la
migración ilegal.
Estoy de acuerdo con la propuesta de que se inicie un
proceso de registro y regularización de los migrantes. Propone incluso
que se produzca una amnistía como forma de facilitar el proceso. Sus
propuestas fueron presentadas al Ministerio de Interior y Policía.Es
posible que tengamos diferencias en algunas posiciones con Pelegrín
Castillo, un diputado activo y propositivo. Pero lo cierto es que ha
puesto sobre el tapete un problema que compete al país y a la comunidad
internacional.
Haití, la colonia francesa con mayor esplendor para los
blancos franceses, y que su producción azucarera representaba más del
33% del consumo de esa metrópoli europea; el primer pueblo en construir
con sangre, sudor y lágrimas un Estado Negro; el pueblo que sufrió la
opresión de muchos dictadores, como el Emperador de pacotilla Henri
Christophe y Francois Duvalier y su hijo Jean Claude. Estos,
gobernantes despiadados, se enriquecieron a costa de la miseria del
pueblo haitiano, pero sobre todo gobernaron con manos asesinas. Hoy
Haití vive las secuelas de su trágico transitar. El problema de la
inseguridad, de la ingobernabilidad, de la miseria no es suyo, es
nuestro también y debería ser una responsabilidad de sus antiguos
conquistadores.
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