Desde hace muchos años, cerca de veinte, cuando todavía el Partido Revolucionario Dominicano no se había desmembrado orgánicamente y se encontraba dentro del marco que, desde 1939 hasta 1973, había logrado imprimirle Juan Bosch, el gran maestro político de América, en el perfil ideológico, que era históricamente la base programática de su existencia, el autor de esta columna comenzó a señalar al PRD como una Confederación de Pandillas Políticas en la que cada uno de los jefes de esos pelotones anarquizados imponía su voluntad, que estaba sujeto única y exclusivamente a intereses personales y a la agresividad de una decisión de oportunismo político que les permitía ascender económica y socialmente a los primeros estratos de una sociedad compleja, muy compleja, por su composición social.
El tiempo y los años transcurridos han terminado dándonos toda la razón. Y vienen, en el registro de nuestra memoria, aquellos refranes populares de origen rural que aprendimos desde la niñez en esa región heroica, valiente, hermosa, que se llama la línea Noroeste, integrada por cuatro provincias: Montecristi, Valverde, Dajabón y Santiago Rodríguez. Escuchamos en infinidad de ocasiones a los trabajadores de las fincas bananeras de la Grenada Company en la cual nos criamos y también a nuestro padre decir que “perro huevero, aunque le quemen el hocico”. Así exclamaban cuando alguien cometía errores y conductas o absurdos reiteradamente. Al PRD le va como anillo al dedo ese señalamiento que, más que señalamiento, es un calificativo.
Tres funcionarios del más alto nivel de nuestro gobierno: Franklin Almeyda Rancier, Ministro de Interior y Policía; César Pina Toribio, Ministro de la Presidencia; y Rafael Alburquerque, Vicepresidente de la República, han señalado, en reiteradas ocasiones, que los desordenes callejeros que se han organizado en diferentes ciudades del país, los cierres de caminos vecinales y tramos de carreteras importantes y otras manifestaciones de anarquía, han sido organizados por los dirigentes municipales y provinciales del PRD, y Rafael Alburquerque ha advertido que lo que los perredeistas persiguen es anarquizar todo el territorio nacional en levantamientos populares, igual al que en 1984 se produjo frente al gobierno perredeista que presidía Salvador Jorge Blanco y que costó al país, entre mujeres y hombres, más de ciento cincuenta muertos.
Por su lado Franklin Almeyda Rancier negó que fueran espontáneos “los paros que se registran en distintas comunidades en reclamos de obras y servicios públicos”. Afirmando, valientemente, “que los enfrentamientos con los agentes policiales en esos paros es obra de mercenarios”; Franklin calificó de irresponsable el apoyo que el líder perredeista Miguel Vargas Maldonado ofrece a los reclamos, afirmando que ese partido es de naturaleza violenta. Esa es la verdad absoluta y son los hechos, y mas que los hechos, la conducta del PRD, que actúa con la violencia avasallante, como el autor de esta columna ha señalado otras veces, con la que actuaba la caballería de aquel fenómeno histórico asiático, Rey de los hunos, que se llamó Atila. Aquel enviado de Luzbel, regocijado, levantaba sus brazos y decía “por donde pasa mi caballo no crece la hierba”, lo que era realmente la expresión de que por donde pasaba su caballería todo quedaba destruido.
Así es el PRD y esa es su verdadera naturaleza, en la oposición y en el ejercicio del poder en el gobierno. El autor de esta columna quiere recordar a sus compañeras y compañeros de partido, que no son obligaciones del gobierno nacional, arreglar las calles, las aceras, contenes y cunetas, de los pueblos, sin tener presente su importancia; que la Ley No. 176-07, del Distrito Nacional y los Municipios, que fue promulgada el 17 de julio del año 2007, establece en su Artículo 19, como “Competencias propias del Ayuntamiento”, propias o exclusivas, las responsabilidades de esas instituciones señalando entre otras, en su nominal G la “Construcción de infraestructuras y equipamientos urbanos, pavimentación de las vías publicas urbanas, construcción y mantenimiento y caminos rurales, y construcción y conservación de aceras, contenes y caminos vecinales”.
Este recordatorio a los peledeistas es importante porque solamente para un ejemplo queremos informarles que el Ayuntamiento de Santiago recibe del Estado anualmente 1,200 millones de pesos, a los que se suman dos millones quinientos mil pesos que le paga Edenorte mensualmente, lo que hace un total de 1,230 millones anuales, suma extraordinaria que es suficiente, en principio, para resolver los problemas más urgentes de esa comunidad. A ella debe agregarse lo que recauda por impuestos internos el ayuntamiento santiaguero, que se supone que organiza y dirige el núcleo urbano, capital económica, financiera, comercial, académica y científica del Cibao Central, la región mas rica en toda el área del Caribe y Centro América.
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2009/3/30/11737/Cronica-del-Presente