lunes, 2 de marzo de 2009

El discurso del Presidente y la irracionalidad de los opositores

Orlando Gil - 3/2/2009

El ánimo
¿Acaso llegará un día en que un discurso del presidente de la República encuentre eco favorable en la oposición? Si se siguiera la transmisión de televisión, se respondería positivamente.

Los rostros de los legisladores que participaron en la reunión conjunta de las cámaras reflejaban emoción, y en ningún momento hubo contracción de disgusto. Si se discernieran los semblantes, y se comparara la actitud de los políticos con la de los invitados especiales, se vería una interesante diferencia.

Estos últimos eran corteses, pero distantes, como era lógico, puesto que los asuntos sobre los que discurría el jefe del Estado no eran de su incumbencia, aun cuando ---como dueño de la escena--- hizo alusión a países o embajadores. Los segundos se involucraban, y cuchicheaban entre sí, como comadres satisfechas.

Es más, fueron sus compañeros de partido quienes más censuraron la interrupción de Ulises Rodríguez. Consideraron que en la ocasión lo cortés era más importante que lo valiente.

¿Por qué entonces después que salen del recinto y se dan de boca con los micrófonos y las cámaras recuperan su antigua fiereza y descalifican lo que antes celebraban con agrado? ¿Cuál es el verdadero ánimo, el que les nace de manera espontánea, no sabiéndose observados, o la actuación (aparentemente) forzada para consumo público?...

Irracionalidad Tal vez sea esa forma obligada de reaccionar negativamente la que lleva a pronunciamientos que no son racionales desde el punto de vista de la observación detallada de los hechos o de las palabras. No es posible que un jefe de Estado hable, y todo lo que diga sea vascuencia. No es que se le hagan concesiones, pero reconocer uno o dos méritos de su alocución no va a dañar ni mejorar el mundo: todo seguirá en su estado antiguo. Que su discurso fue vacío, bien, que se volvió promesas, igual de bien. Ahora, hay que distinguir entre una cosa y la otra. Si hizo promesas, las que fueren, no puede considerarse su discurso vacío, sino todo lo contrario: estuvo lleno de promesas.

Incluso, se hacen referencias a su incumplimiento de los temas de La Cumbre, cuando ese debiera ser un asunto vedado para quienes no participaron en ese encuentro de las fuerzas vivas, y todavía más, apostaron a su fracaso. Lamentablemente no se entiende la situación. El gobierno hizo La Cumbre, y no puede esperarse que la hiciera para perjudicarse. Las autoridades nacionales harán lo que puedan, o lo que sea de su particular interés, pero ya conocen las inquietudes de sectores diversos de la población y pueden prepararse para enfrentar sus embestidas. O saber que estas no se producirán, pues la Comisión de Seguimiento es una instancia de entretención… Cada cual Esas reacciones, que son impensadas y provocadas por acto reflejo, no aprovechan a quienes las asumen como posturas de oposición. ¿Qué es lo que se quisiera, que el presidente Leonel Fernández leyera un discurso escrito por Miguel Vargas? El gobierno es gobierno, y la oposición, oposición. El primero deberá andar con lápices de colores para pintar el panorama tan bonito como el arco iris, como si su auditorio fuera una escuela de párvulos. Al segundo le corresponde tener a mano una brocha gorda y pintura negra para tachar ese paisaje equivocado.

Y todos conformes. En el lenguaje de la calle podría decírsele al presidente Fernández: “ te pasaste ”, pues tanto optimismo desde la esfera de poder hace igual daño como el pesimismo excesivo de la oposición. Aunque hay que reconocer que sería peor que una maldición que gobierno y oposición se dieran de la mano para declarar el fracaso de la nación dominicana. ¿ Qué hizo promesas? Por lo menos dio esperanzas. ¿Cómo decir que no hay remedio para las crisis? Se olvida que el mandatario declaró desde el principio que la economía dominicana estaba blindada, y que cambió su percepción para complacer a la misma oposición, que afirmaba todo lo contrario. La Cumbre fue consecuencia de ese no aceptar su apreciación auspiciosa de la situación… El regreso El presidente Leonel Fernández tenía la obligación de rendir cuentas al país de una gestión renovada, y lo hizo. Dio números y más números, y desde que las estadísticas fueron creadas, todas las manipulaciones son posibles. Es más, la gente tiene su propia defensa. Dice que “el papel lo aguanta todo”. Ahora, lo que es importante es que después que bajó del podium, el país regresa a si mismo, y todos deben seguir pensando como antes. Como si no hubiera hablado…

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