miércoles, 4 de marzo de 2009

La reivindicación del “viralata”

Por Miguel A. Matos
4 de Mar 2009 12:00 AM

Los perros “viralatas” siempre han sido los parias sociales de su especie por carecer de “pedigrí”, y de trato afectuoso. Son víctimas de maltratos.

Deambulan por las calles de los barrios buscándosela como un “toro”, digo, como un perro.

Cuando pequeños son graciosos, pero cuando crecen, si no hay algún niño que los quiera, son echados a la calle para formar parte de la legión de perros realengos.

Estos canes “desamparados” son expertos en ubicar “fritangas”, puestos de comida de barrios. Se aparean públicamente, desafiando palos y pedradas.

Con miradas tristes, provocan la compasión de los comensales para que les lancen huesos de pollo u otros tipos de alimentos. Son hábiles atrapando huesos en el aire.

En los puestos de frituras dos o tres perros “viralatas”, hacen guardia permanente, disputándose los bocados de la clientela, prevaleciendo el más “fuerte”.

Estos canes que “son asiduos” olfateadores de los negocios de comida, y alejan a los perros intrusos con violentos ataques. Pero los desplazados se conforman en hurgar y voltear zafacones en busca de comida, por lo que les viene el nombre de “viralatas”.

No son selectivos en la alimentación, comen cualquier cosa para mitigar su insaciable hambre.

Desafían el peligro cruzando hábilmente calles y avenidas.

Tienen un arraigado sentido de afecto y fidelidad y mueven alegremente su cola, cuando olfatean a un conocido.

En una ocasión un funcionario gubernamental calificó a políticos de la oposición de “viralatas”, consternando a estos perros que, si hablaran, protestaran por la comparación, al considerarse como los únicos que se la buscan sin lesionar el erario.

Recientemente, un oficial de la Fuerza Aérea Dominicana, encargado de seguridad de una empresa de expendio de gas y combustibles, descubrió una carta debajo de las patas del “viralata”, y es su bravura, disponiendo comprarlos para que acompañen a los guardias de seguridad que amanecen protegiendo los negocios de expendio de esos productos.

Según el militar, estos perros son más bravos que los de raza, y su manutención es barata.

Al anunciar que compraba “perros viralatas que sean guapos” la oferta fue abrumadora, adquiriendo unos 40, y pagando entre 500 y 1,000 pesos, según la condición de los animales, sentando un precedente, y una reivindicación a esta raza.

Así quedó demostrado que los “viralatas” de cuatro patas pueden prestar un mejor servicio que aquellos “politiqueros” de dos patas, que sólo se aprovechan del erario, con una marcada vocación de desempeñarse como “botellas”.
Miguel A. Matos es periodista

http://www.elcaribe.com.do/index.php?option=com_content&view=article&id=200715:la-reivindicacion-del-viralata&catid=288:miguel-matos&Itemid=349

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