martes, 25 de junio de 2013

La soberbia ingratitud

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Pedro Casals

El artículo que transcribo a continuación fue redactado en fecha de Marzo, 2012, a raíz de unas lamentables declaraciones del embajador haitiano en el país, Fritz Cineas. Parecería que fue ayer.

Uno de los rasgos más característicos en las personas que sufren de trastornos de la personalidad, mayormente conocidos como complejos, es la ingratitud. Según el padre de la psiquiatría moderna, el alemán Emil Kraepelin, los ingratos tienden a ser personas firmemente convencidas de merecer todo y que todos sus infortunios y desgracias son causados por los demás. Otro rasgo importante de la ingratitud derivada de un trastorno de la personalidad, es la soberbia con que se muestra. De manera intransigente y desbordada, sin recelo ni medida, arrogantemente ingratos por ignorancia.

Principalmente en personas que en algún tiempo alcanzaron cierto nivel social y económico es que más se verifica la tesis del doctor Kraepelin, ya que les crea un dilema personal otorgar merito y mostrar agradecimiento a quienes - que anteriormente se encontraban por debajo de su nivel - les ayudan. Esto lo traigo a colación a raíz de las verdaderamente infamantes declaraciones del embajador haitiano, Fritz Cineas. Cuando en un arranque de prepotencia y mostrando su más íntima convicción, sin observar su función diplomática que le obliga a ser locuaz y reservado, se disparó afirmando que los productos dominicanos exportados a Haití son desechos que no logramos vender a otros mercados.

Es tanta la indignación que estas declaraciones me han causado que prefiero no ahondar en el tema de la calidad de nuestros productos respecto al mercado haitiano, por temor a perder el equilibrio racional que tanto necesita todo escritor. Por lo que solo nos referiremos al contexto institucional y político en que el embajador Cineas se ha desbandado con estas palabras.

Es penoso que nuestro Ministerio de Industria y Comercio, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, no haya emplazado de inmediato al gobierno haitiano por estas declaraciones. No solo el daño internacional a nuestros productos, sino a nuestras políticas de comercio internacional, pues si estamos enviando desechos a otro país, significa que no tenemos control de calidad ni ningún tipo de seguridad sanitaria.

No es la primera vez que el gobierno haitiano desprecia nuestros productos y nuestras políticas, pues solo cabe recordar que todavía al sol de hoy no está permitida la entrada de pollos y huevos dominicanos al territorio haitiano, a pesar de tener ya dos años certificados por la OMS de que no existe gripe aviar en el país. Qué vergüenza que el gobierno haitiano si sea efectivo y cuidadoso de sus nacionales, prohibiendo la entrada de productos que puedan infectar a su pueblo, lastima que nuestro gobierno no haya hecho lo mismo con el cólera. Cuando todos los expertos internacionales decretaron la necesidad de cerrar la frontera a fin de evitar el ingreso del cólera a nuestro país.
Pero era mayor el deseo de agradar, o más bien, de “no herir” los sentimientos del gobierno haitiano y ante la comunidad internacional, que proteger al pueblo dominicano del cólera, que ya se ha determinado que si se llevan todas las medidas de lugar tal vez en 20 años se elimine de nuestro territorio.

Esta nueva ofensa debe ser respondida institucionalmente con la mayor rigurosidad y firmeza. ¡Basta ya de hipocresía y sumisión! ¿Hasta que punto puede abusarse de la solidaridad de un pueblo? Se lo pregunto a los pocos hombres y mujeres que todavía se consideran dominicanos hijos de Duarte.

¿Coincidencia o reincidencia? Juzguen ustedes.

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