El rechazo en un plebiscito a la propuesta de legalizar el cultivo, uso y venta de marihuana en California, ha librado a Estados Unidos de lidiar con un obligado ejercicio de doble moral como sería la de promover su comercialización en el estado más grande de su territorio, al tiempo que ayuda a reprimir la producción y tráfico de esa droga al otro lado de la frontera, en México, y en toda América.
La polémica Propuesta 19, a favor de la legalización de la marihuana, fue rechazada por el 57 por ciento de los electores californianos, aunque se considera muy alta la cifra de un 43 por ciento que sufragó a favor del sí, con lo que se evita que una iniciativa tan descabellada pudiera ser imitada en otras latitudes, especialmente en naciones de gran consumo de sustancias controladas, en América y Europa.
Aunque la Propuesta 19 fue promovida bajo el criterio de que permitir el consumo de marihuana sería la solución menos mala a la creciente adicción a las drogas en Estados Unidos, lo que en verdad se intentó legalizar fue un negocio que arroja sólo en California beneficios económicos por 15 mil millones de dólares. Fue por eso que un millonario estadounidense donó un millón de dólares a la campaña del sí, que de haber logrado su propósito seguramente se extendería por otros estados de la Unión americana donde la posesión de esa droga se castiga como si fuera una infracción de tránsito.
El triunfo del no en ese plebiscito ha evitado el fracaso del Plan Colombia y el Plan Mérida, dos iniciativas contra el narcotráfico internacional que Estados Unidos promueve con Colombia y México, porque sería imposible que esas naciones acepten cargar con la violencia y terror que se asocia con ese flagelo, mientras a los bancos estadounidenses ingresarían miles de millones de dólares, que ya no resultarían en lavados de activos provenientes de actividad ilícita.
La experiencia de California, donde élites políticas y empresariales aprovecharon las elecciones de medio término para promover vía plebiscito una propuesta inmoral, cuyo fin principal es el de producir enormes fortunas con la comercialización de marihuana, ha de servir a todo el continente para reclamar de Estados Unidos una postura responsable e integral en torno al combate contra el narcotráfico.
No es posible que Washington promueva el bombardeo y erradicación de las plantaciones de hoja de coca en Bolivia, Perú y Colombia, sin ofrecer alternativas viables para que los campesinos garanticen sustento con otros cultivos, pero no bombardean los plantíos de marihuana en las praderas californianas. La negativa del electorado de California a la propuesta de legalizar siembra, uso y comercio de marihuana ha sido una gran demostración de la población adulta de California, que no hizo caso a las lentejas de venduteros de inmoralidad y ha significado un gran alivio para el Tío Sam, que no sabría dónde meter la cabeza, si se hubiese aceptado ese despropósito.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2010/11/4/65483/Atinado-rechazo
La polémica Propuesta 19, a favor de la legalización de la marihuana, fue rechazada por el 57 por ciento de los electores californianos, aunque se considera muy alta la cifra de un 43 por ciento que sufragó a favor del sí, con lo que se evita que una iniciativa tan descabellada pudiera ser imitada en otras latitudes, especialmente en naciones de gran consumo de sustancias controladas, en América y Europa.
Aunque la Propuesta 19 fue promovida bajo el criterio de que permitir el consumo de marihuana sería la solución menos mala a la creciente adicción a las drogas en Estados Unidos, lo que en verdad se intentó legalizar fue un negocio que arroja sólo en California beneficios económicos por 15 mil millones de dólares. Fue por eso que un millonario estadounidense donó un millón de dólares a la campaña del sí, que de haber logrado su propósito seguramente se extendería por otros estados de la Unión americana donde la posesión de esa droga se castiga como si fuera una infracción de tránsito.
El triunfo del no en ese plebiscito ha evitado el fracaso del Plan Colombia y el Plan Mérida, dos iniciativas contra el narcotráfico internacional que Estados Unidos promueve con Colombia y México, porque sería imposible que esas naciones acepten cargar con la violencia y terror que se asocia con ese flagelo, mientras a los bancos estadounidenses ingresarían miles de millones de dólares, que ya no resultarían en lavados de activos provenientes de actividad ilícita.
La experiencia de California, donde élites políticas y empresariales aprovecharon las elecciones de medio término para promover vía plebiscito una propuesta inmoral, cuyo fin principal es el de producir enormes fortunas con la comercialización de marihuana, ha de servir a todo el continente para reclamar de Estados Unidos una postura responsable e integral en torno al combate contra el narcotráfico.
No es posible que Washington promueva el bombardeo y erradicación de las plantaciones de hoja de coca en Bolivia, Perú y Colombia, sin ofrecer alternativas viables para que los campesinos garanticen sustento con otros cultivos, pero no bombardean los plantíos de marihuana en las praderas californianas. La negativa del electorado de California a la propuesta de legalizar siembra, uso y comercio de marihuana ha sido una gran demostración de la población adulta de California, que no hizo caso a las lentejas de venduteros de inmoralidad y ha significado un gran alivio para el Tío Sam, que no sabría dónde meter la cabeza, si se hubiese aceptado ese despropósito.
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