Es una verdadera falacia pensar que el músico exhibicionista de Martelly es quien gobierna en Haití. Puede ser el Presidente – si procede esa palabra – de ese conglomerado humano que algunos llaman Estado, pero no es quien gobierna. Por los diferentes sucesos que han venido trascendiendo, resulta más que evidente que Martelly es simplemente una figura de lujo en el “gobierno” haitiano.
Para analizar esta situación solo cabe recordar las infames e injuriosas declaraciones del Ministro de Comercio Exterior de ese país y del Embajador Haitiano Fritz Cineas, sobre los productos que exportamos a Haití. Luego prohíben la importación de carnes y huevos dominicanos, de manera unilateral y bajo el pérfido argumento de que en el país teníamos “Gripe Aviar y/o H1N1”, lo cual fue posteriormente desmentido, por el propio Presidente Martelly en una reunión con su homólogo dominicano en razón de un encuentro en la hermosa ciudad andina de Managua.
No obstante haberse disculpado por el inconveniente y las graves consecuencias que acarreaban para la República Dominicana, el propio Martelly reconoció ante el presidente Medina que dicha afirmación no fue consultada ni autorizada por su presidencia. Demostrando así no tener control sobre sus ministros, que responden a quienes verdaderamente gobiernan en Haití. De inmediato y para buscar una justificación ante la atención internacional, alegaron que se trataba de un problema de tipo fiscal-aduanal, como si ese país pudiere tener algún tipo de control sobre sus aduanas y/o recaudaciones. Todo el que tiene negocios en Haití sabe que los principales empresarios y verdaderos gobernantes de ese país (2% de la población) no pagan impuestos de ningún tipo por sus abusivas exenciones.
Lo que el presidente Martelly no dice es que 3 meses antes de la prohibición a la importación de los productos dominicanos, un influyente y bien relacionado senador de ese país –cualquier parecido con Félix Bautista es pura coincidencia – se encontraba en Miami concretando un negociazo con un importante empresario brasileño que concluiría con el envió de 700 mil pollos congelados que serian donados a Haití, pero que dicho senador consideró mas beneficioso venderlos a bajo precio a su pobre, hambriento y desdichado pueblo. En otras palabras, a su propia gente. Pero para que el negocio fuera mucho mas eficiente era necesaria la escasez o mucho mejor el impedimento oficial de entrada a territorio haitiano de los pollos dominicanos, que cabe resaltar son mucho mas baratos, frescos y naturales que los que trajeron de Miami. Solo con un escenario sin pollos dominicanos se hacia extremadamente rentable la venta a bajos precios de esas 700 mil unidades de pollos congelados. Todo esto con conocimiento de causa de Martelly ya que fue su esposa quien intermediara entre el empresario brasileño y el senador haitiano.
De ahí que no resulta nada extraño las incongruencias y marcadas discrepancias en el gobierno haitiano. Las actuaciones de sus ministros desenmascaran a Martelly, que sabe perfectamente bien que conduce un vehículo sin guía ni controles. No se sorprendan cuando pronto veamos nuevamente al presidente vitalicio Jean-Claude al ruedo en campaña buscando oficializar su gobierno. No es coincidencia que el 80% de ministros haitianos son de la tendencia del Baby Doc.
Autor: Pedro Manuel Casals Hijo
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