Por los argumentos que esgrime la dirección del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) para intentar desacreditar el diálogo convocado por el Gobierno, se colige que no ha podido asimilar el momento excepcional que atraviesa la humanidad a causa de la peor crisis económica global en ochenta años ni los riesgos que afronta la nación a derivados de ese difícil entorno internacional.
El presidente del PRD, ingeniero Ramón Alburquerque, fue el primero en descartar la asistencia de ese partido a la cumbre, bajo el alegato de que el Gobierno encabeza “un narcoestado” con asiento en el Palacio Nacional, lo que mereció la repulsa casi unánime de la opinión pública.
Más luego, el ex presidente Hipólito Mejía, dijo que él no cruzaría jamás por la avenida Dr. Delgado, vía lateral de de la Casa de Gobierno, en obvia negativa a acudir a la cita dialogante, pese a antes había dicho que aceptaría conversar con el presidente Fernández, y de que el encuentro se realizará en el hotel Quinto Centenario.
Otros dirigentes perredeistas no menos delirantes objetan la presencia de su partido en esa cumbre, en la seguridad de que lo que allí se acuerde no será cumplido por el Presidente ni su Gobierno.
Ante la censura publica por posiciones tan estrambóticas, esos dirigentes procuran adornar su discurso excluyente con otros argumentos menos infantiles, pero igual de irracionales, como reclamar que se deje sin efecto la Ley de Presupuesto para ser discutida nueva vez en el seno de la Cumbre o que el Congreso posponga o renuncie a modificar la Constitución.
Es mandatario que el Presupuesto de Presupuesto y Ley de Gastos Públicos sea presentado por el Gobierno al Poder Legislativo a finales de noviembre, para ser sancionado antes de que finalice el año, por lo que no se entiende la queja de que esa pieza fue aprobada a todo vapor.
En cuanto al proyecto de Reforma Constitucional, constituye un acto antidemocrático pretender despojar a la Asamblea Revisora (diputados y senadores) de su prerrogativa de modificar el texto sustantivo, más aun cuando en el escenario legislativo confluyen expresiones de las fuerzas políticas predominantes, en proporción a la voluntad del elector.
Lo de la modificación constitucional es otro escenario, muy distinto al de la Cumbre convocada para discutir políticas públicas que ayuden a evitar que efectos de la crisis financiera mundial desestabilicen la economía local, y en un segundo aspecto, poder diseñar un plan nacional de largo plazo, que aquí denominan “proyecto de Nación”.
Las razones esgrimidas por la dirigencia perredeista para desentenderse de ese ejercicio dialogante son espurias, incluida la afirmación de que el presidente Fernández incumpliría lo acordado, toda vez que en ese hipotético caso, quien quedaría mal parado sería el jefe de Estado y no sus interlocutores.
Es también baladí el argumento de que con la convocatoria a ese encuentro, el Gobierno procura distraer o confundir, porque para las autoridades, la hipotética estrategia bien podría funcionar al revés, y atribuir las autoridades a esa crisis todos los males. Por el contrario, el Presidente ha intentado en su discurso disminuir la percepción de que el impacto de la crisis internacional sería catastrófico para la economía nacional.
Sostengo el criterio de que al PRD le conviene estar presente en esa cumbre, como también afirmo que su ausencia lo sumiría en una situación de aislamiento político, acentuando la percepción generalizada de que su dirigencia prefiere siempre ser parte del problema y no de la solución.
No es tarea fácil convencer a la población de que el presidente Fernández ejerce un gobierno absolutista y autoritario porque no acepta violar el principio de la separación de los poderes, ante el absurdo pedido de que “eche para atrás” una reforma constitucional ampliamente consensuada y ya en manos del Congreso.
Ante esa imputación vale la pena preguntar a su detractor, ingeniero Alburquerque, ¿cómo se calificaría la decisión que asumió él cuando era presidente del Senado y el PRD ostentaba la “mayoría mecánica” en el Congreso, de designar una Junta Central Electoral compuesta exclusivamente por jueces perredeistas?.
A la democracia le conviene que el PRD esté presente en la Cumbre de Fuerzas Vivas convocada por el Gobierno, pero en una eventual ausencia, quien saldría perdiendo sería ese partido y no el espacio democrático ni el presidente Fernández. En política, los errores se pagan caros, más aun cuando se persiste en chocar con la misma piedra.
(orion_mejia@hotmail.com)
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