Por Ricardo Rodríguez Rosa
Diariodigitalrd.com
Cuenta la historia que un alacrán, a quien un sapo le hacía el favor de llevarlo sobre su espalda para cruzar un río, le picó al batracio a sabiendas que entonces los dos se ahogarían.
La fábula es más o menos la siguiente: el alacrán deseaba cruzar el río, pero sabía que no debía siquiera intentarlo, porque apenas entrara al agua, se ahogaría.
En eso vio un sapo, ser viviente de la naturaleza que se caracteriza, entre otras cosas, porque puede recorrer una buena distancia en agua, sin necesidad de introducir todo su cuerpo en la misma.
Entonces le pidió de favor que le permitiera subirse a su lomo para que lo cruzara de una ribera a otra, pero el sapo en principios se negó a hacerle ese favor, bajo el alegato de que el alacrán podría incrustrarle su venenosa ponzoña, lo que mataría al batracio de manera irremediable.
El alacrán le ripostó diciendo que no, que no actuaría de esa forma porque, además de que tenía que agradecerle el favor de sacarlo del apuro de cruzar el río, él también moriría si el sapo fallecía por esa circunstancia.
Tras analizar por algunos segundos el razonamiento del reptil, el sapo aceptó cruzarlo, convencido que no le picaría porque, ciertamente si moría él, también se iba para el mundo de los muertos el alacrán.
Con ese compromiso por parte del alacrán, unido al convencimiento del sapo, pusieron en marcha la travesía pero, por mitad del río, el batracio sintió que la ponzoña le taladraba el espinazo y, sintiendo los efectos del mortal veneno, le preguntó a su ingrato compañero de viaje: Cómo has podido picarme, si sabes que ahora vamos a morir ahogados los dos?
Con la mayor naturalidad del mundo, el alacrán respondió: “Compay sapo, es que mi naturaleza es picar todo ser viviente que encuentre, no importa las consecuencias”.
Sin muchos inconvenientes, esa fábula se le puede aplicar en estos momentos al Revolucionario Dominicano, organización política que en los años recientes se ha destacado, de manera fundamental, por el auto destrucción que aparentemente se han impuesto sus más altos dirigentes.
Porque eso de hacer los aprestos para partir en dos mitades al partido blanco, con la increíble rebatiña en torno a quien será el próximo presidente del PRD, es lo que más se parece a la historia del alacrán, al que no le importó morir con tal de que su naturaleza de matar continuara.
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