Se cumplen hoy 195 años del nacimiento de Juan Pablo Duarte, fundador de la República, que la concibió en proyección más correcta y funcional que otros dominicanos de origen español que talvez la concibieron y la desearon influenciados por la ola revolucionaria, anticolonialista y republicana que generó la Revolución Francesa y que fue apareciendo entre 1810 y 1820, en México, Caracas y Buenos Aires, y terminó derrotando en inolvidables y ejemplares batallas a la monarquía española en el inmenso territorio americano. En el momento histórico del nacimiento de Juan Pablo hacía tres años que se habían iniciado las guerras anticolonialistas en el escenario geográfico gigantesco que abarca desde el Río Bravo hasta el Estrecho de Magallanes.
Fue en aquel entonces que Duarte creció y se hizo hombre, cuando barrían el mundo los vientos incontenibles de ideas progresistas y liberales. En la colonia española de Santo Domingo había ocurrido, en términos militares, un episodio de extraordinaria importancia, como fue la Batalla de Palo Hincado, en el cual un contingente militar bajo el mando de Juan Sánchez Ramírez, integrado por blancos criollos, mulatos, negros libres y esclavos, diezmó y derrotó a cerca de mil soldados franceses que era la tropa que había sobrevivido al fracaso de la expedición de Napoleón Bonaparte, que al mando de Víctor Manuel Leclerc, su cuñado, había desembarcado en la isla de Santo Domingo para someter a los antiguos esclavos que bajo el liderato de Toussaint-Louverture habían impuesto en la antigua colonia francesa de la isla los principios de igualdad que proclamó la revolución iniciada en 1789.
Duarte se convirtió, después de su adolescencia y haber viajado a Europa y recorrer importantes partes de España, en admirable figura política, de extraordinaria sensibilidad popular, que captó para 1831 o 1832 un sentimiento patriótico que rechazaba la presencia de los haitianos en el país. Por esa razón hemos afirmado, y lo ratificamos hoy, que el mérito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo aprovechar el momento histórico en la sociedad de entonces, renuente en sus capas decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Juan Pedro Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, que abolió la esclavitud en la antigua colonia española, se había convertido en una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.
Fue sobre esa base que Duarte realizó una discreta labor de proselitismo fundando el 16 de julio de 1838 la Sociedad Secreta “Trinitaria”. Táctico y estratega de primer orden, y tras el objetivo de la proclamación de la República, Duarte auspició la unidad con adversarios de Boyer, con quienes gestionó una alianza. Prudente, objetivo, visionario, viajó a El Seibo donde conversó con los hermanos Santana, Pedro y Ramón, a quienes incorporó al movimiento independentista. Esa conducta de Juan Pablo revela el diáfano criterio de unidad frente a un enemigo común que tenía este hombre extraordinario, apacible, resuelto y firme, convencido de que el movimiento republicano no podía lanzarse a una acción redentora triunfante si no estaba unido firmemente y si los grupos sociales más importantes del país no estaban integrados a él.
Duarte tenía un concepto definido, socialmente objetivo, de lo que era para ese momento la Nación dominicana. El hermoso verso que escribió así lo demuestra: “Los blancos, morenos,/ cobrizos, cruzados,/ marchando serenos,/ unidos y osados,/ la Patria salvemos/ de viles tiranos,/ y al mundo mostremos/ que somos hermanos. Y ese verso explica por qué en su proyecto de Constitución afirma con claridad, que la bandera dominicana podía cobijar a todas las razas sin excluir ni dar predominio a ninguna de ellas. Su idea y concepción de la República era la de un patriota republicano, anticolonialista, liberal y progresista; y por eso su pensamiento político, luminoso, real y efectivo, tiene en los momentos actuales plena vigencia para nuestro pueblo.
Recordemos a Juan Pablo Duarte, a sus compañeros “trinitarios”, revolucionarios, anticolonialistas, republicanos e independentistas, que proclamaron el 27 de febrero de 1844, en la Puerta de El Conde, el nacimiento de la República, que por inolvidable e imborrable decisión de sus voluntades ha vivido más de 150 años enfrentando las contingencias más adversas y recorriendo un largo camino de dolor, levantándose siempre, triunfadora, merecedora de un destino mejor por el sacrificio y esfuerzo de cientos, miles, de mujeres y hombres que han luchado y ofrendado sus vidas por aquel esfuerzo ejemplar que proclamó al mundo el nacimiento de la República Dominicana.
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2009/1/26/5784/Cronica-del-Presente
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