Por German Pérez
17 de Feb 09 12:00 AM
La primera fase de la cumbre nacional o diálogo de las fuerzas vivas del país convocado y organizado por el Gobierno, fue en toda su dimensión una jugada audaz del presidente Leonel Fernández, consciente como auténtico líder político de los sacrificios de poder que debía hacer para garantizar en lo inmediato y en el porvenir una verdadera estabilidad económica y social para el pueblo dominicano.
Y ciertamente, el Presidente hizo sacrificios y concesiones a la sociedad dominicana en su conjunto, aunque esto no lo quieran admitir los líderes y dirigentes análogos y de “blanco y negro” de la oposición política y de otros segmentos sociales que, como eternos practicantes de lo infecundo y atrasado, se adelantaron en dudar de las buenas intenciones y bondades del diálogo, y hasta satanizaron la convocatoria del mandatario, regateándole sinceridad y pulcritud a la misma.
Los resultados de ese gran diálogo nacional son positivos, y lo serán en mayor medida a partir del 27 de este mes cuando el notable mandatario y líder político visionario, anuncie ante la Asamblea Nacional las sugerencias acogidas en el marco de esa trascendente consulta popular.
Aquellos, los que realizan sus actividades sociales envueltos en una sábana obscura (negra), pero su rostro incluido, para no ver y aceptar lo que ocurre afuera, bueno o malo, redujeron su espacio y accionar a un enanismo inmisericorde y visceral, comparable al “cacatismo”y tozudez del medioevo.
No entienden que en lo personal el presidente Fernández no ganaba nada con el diálogo, pero sí ganaba el país con el consenso a que se llegase.
Además de que los problemas no los genera solamente el Gobierno y, por ende, su solución debe ser compartida por toda la sociedad, sin distinción política y social.
Tampoco entendieron que el Presidente, a partir de este diálogo, estaba obligado a abrir los bolsillos del Estado y otras decisiones impostergables para poder cumplir con los compromisos derivados de esta cumbre.
En síntesis, el Gobierno solo haría aportes y sacrificios.
Por tanto, Leonel Fernández enseñó el tamaño de su conciencia y nobleza, y demostró que no tiene visión egoísta de la crisis internacional y nacional, al asumir los retos y responsabilidades a su cargo, como hacen los grandes hombres, en momentos de grandes contratiempos y calamidades.
Él, como estadista y líder político, asfixió la mediocridad, enterró la diferencia partidaria y el odio, y abrió sus oídos, su corazón y sombrilla de par en par para cobijar a todos los dominicanos, incluyendo a los de dudosa voluntad y servicio a la Patria.
German Pérez es periodista y poeta
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