Cuando a principios de los ‘80 comencé a estudiar con detalles y, por ende, a conocer los intríngulis del negocio del narcotráfico y su poder de penetración en la sociedad ya corría la máxima de ‘plata o plomo’.
Pablo Escobar se encargó de demostrar el poder y la agresividad asesina de los carteles de la droga cuando sometió a Colombia al terror. Muerto Escobar, el Cartel de Cali asumió la acción y de ahí se propagó al hoy poderoso Cartel mexicano del Norte del Valle.
En Colombia, el presidente Uribe -con sus virtudes y defectos- ha revertido la situación y si bien la guerra no se ha ganado es mucho lo que se ha logrado al arrinconar a los carteles de la droga.
En República Dominicana se han registrado acciones de sicarios relacionados con operaciones del narcotráfico, que hace temer que estamos a las puertas de que además de la ‘plata’ también está activado el ‘plomo’.
El caso Paya ha sido emblemático en esta realidad, siendo lo más grave que en las acciones estén involucrados, como mercenarios de primera línea, oficiales y miembros de las fuerzas militares y policiales. La diferencia es que ahora se les denuncia, se les quita el uniforme, se lleva a los responsables a la justicia.
Las advertencias que en ese sentido hiciera el presidente Fernández ante jefes militares y un centenar de altos oficiales, no deja dudas de la decisión oficial de combatir la penetración del narcotráfico y el crimen organizado en los estamentos del poder, ya sean militares o políticos civiles.
Esta posición tajante del Presidente marca una clara línea que diferencia lo ocurrido en el régimen anterior al del actual gobernante -el caso del capitán Quirino Paulino Castillo un agudo y penoso ejemplo- y como se actúa ahora.
La sociedad reconoce este esfuerzo y lo apoya, pese a los intentos de algunos que pretenden escandalizar y sembrar cizaña con lo que intentan crear más desasosiego y hasta rivalidades en los estamentos de mando y subalternos de nuestras FFAA y la Policía.
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