Los primeros resultados de la cumbre convocada por el presidente Leonel Fernández, nos dejan tres lecciones positivas que debemos asumir para siempre en nuestro comportamiento ciudadano.
En primer lugar, se demuestra que los dominicanos somos capaces de sentarnos a dialogar, independientemente de los intereses políticos y particulares que tengamos. Siempre es más conveniente la concertación que la confrontación.
En segundo lugar, que es posible vencer el pesimismo; que podemos asumir tareas conjuntas, no solo frente a la crisis global, sino también frente a las difíciles urgencias sociales que venimos arrastrando por décadas. Hay deudas acumuladas en la sociedad dominicana, que se conocen a fondo cuando visitamos las regiones apartadas del país, como Elías Piña, Jimaní, Bahoruco y Dajabón, donde parece existir otra República Dominicana.
El drama de la pobreza obliga a estos planes concertados, para que un día la cruda realidad del drama social dominicano no nos golpee en la cara.
Y esa no puede ser la responsabilidad de un gobierno o de un Presidente, si no la misión y la tarea de todos los sectores sensatos de la nación. La tercera lección que nos deja la cumbre es que somos capaces de delimitar en el tiempo tareas que podemos asumir entre todos, frente a la enorme encrucijada que nos plantea la crisis mundial que ya deja secuelas políticas insalvables.
Durante dos semanas, casi todos los sectores sensatos del país se han reunido, en un sano ejercicio de diálogo y concertación, pensando seriamente en la coyuntura presente.
Todos están conscientes de que si se presentan tres mil propuestas, es imposible hacerle frente.
Y de hecho, hay quienes aprovechan este escenario para hacer peticiones a la luna, obviando la crisis económica global que hoy gravita sobre todos.
La cumbre no se ha convocado para discutir un plan de gobierno de cuatro años, y mucho menos para hacer anuncios estruendosos que generen falsas expectativas.
La crisis es demasiado profunda como para jugar con la verdad.
Ha sido muy franca el Presidente de la República al describir el panorama económico mundial, y mucho más al señalar que la única forma de sufrir daños menores, es si somos capaces de unirnos y desarrollar acciones conjuntas.
Es lo que aconseja la emergencia de la crisis. Las discusiones estériles por los medios no conducen a nada. No es momento de palabras ni alegoría hueca, sino de sumar voluntades y desarrollar acciones concretas, fruto de ese diálogo y esa concertación. Acciones que podamos ver en el curso del presente año y que puedan gravitar en el comportamiento general de nuestra economía.
Esta cumbre nos abre la puerta para un ejercicio mucho más prometedor y perdurable, y es lo que se propone hacer la comisión que la coordina, en la segunda fase de la convocatoria que se inicia en los primeros días del mes de marzo.
Para entonces, es posible que los núcleos pesimistas y los que asumen posiciones dubitativas, reflexionen y piensen en el éxito que ha tenido el espíritu de diálogo.
Esa ha sido la gran lección: el entendimiento es posible. Han sido miles las propuestas, pero la esencia de los males ya está, el diagnóstico ha salido, y ha sido el fruto de una sana confrontación de ideas, donde todos hemos ganado.
Si el país no ha sido gravemente afectado por la crisis, ha sido por la confianza que genera el Presidente Leonel Fernández y su equipo económico. Este equipo de gobierno ha enfrentado la mayor alza que se haya producido en los precios internacionales del petróleo.
Hay que recordar que un barril de petróleo llegó a costar 156 dólares. Sin embargo, la prima del dólar se mantuvo estable y la inflación no golpeó los bolsillos de los dominicanos como sucedió en otros tiempos. Ahí radica la fortaleza de las autoridades, el país está viendo todos los días acciones positivas, antes que descargas funestas.
Hace dos semanas comenzamos a disfrutar y a vivir la experiencia del Metro de Santo Domingo.
Sigue avanzando el seguro familiar de salud, y el Banco Central crea un escenario de manejo de crisis que ambienta buenas perspectivas para todos los sectores.
La reducción de la tasa de interés comienza a producir resultados positivas en la banca comercial.
De manera que las lecciones de la cumbre nos deben conducir a fomentar una cultura de la concertación, que no solo enfrenta la crisis coyuntural, sino que sea capaz de armarnos de valor para el gran plan de nación de largo plazo.
Mientras tanto, debemos ser capaces de vencer el pesimismo, de no dejarnos abatir por los discursos políticos, y de entender que por encima de todo, está el país, la nación, que es lo único importante.
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