El ausente
La primera etapa de la Cumbre de las Fuerzas Vivas ha concluido con la promesa del presidente Leonel Fernández de que su gobierno aplicará las medidas propuestas en ese diálogo para afrontar posibles efectos de la crisis económica global, conforme a un orden de prioridades y un calendario de ejecución, con recursos de donantes internacionales y fuentes presupuestarias ya identificadas.
Como forma de consolidar legitimidad, credibilidad y continuidad a ese ejercicio dialogante, el Presidente designó una comisión de seguimiento, integrada por los coordinadores de las siete mesas de discusión, a quienes confirió potestad de convocar a los participantes, cuando lo consideren conveniente.
El Gobierno hará hasta lo imposible por ejecutar el programa mínimo acordado en esa cumbre, no sólo porque ayudará a blindar a la economía, sino también porque servirá para fortalecer la democracia, o como dijo el Presidente: “permitirá la transición de una democracia meramente participativa a un sistema democrático plenamente participativo”.
Se admite que no será fácil cumplir con un legajo de centenares de propuestas públicas, aprobados en la Cumbre para los ámbitos económico, político, social, y jurídico, máxime si esas iniciativas fueron concebidas para ser aplicadas en el corto plazo.
Vale señalar, sin embargo, que el mandatario adelantó que su gobierno aplicará “un orden de prioridades y un calendario de ejecución”, y que el coordinador general de la cumbre, ingeniero Temístocles Montás, dijo antes que, del paquete de propuestas, se aplicarían aquellas que fueran “físicamente sostenibles, socialmente necesarias, económicamente factibles y políticamente viables”. Nadie está obligado a lo imposible, agrego yo.
El hecho de que el Gobierno haya identificado ya unos 18 mil millones de dólares, de los 26 mil que estima se requieren para financiar las medidas acordadas en la Cumbre, indica el nivel de voluntad de las autoridades y sus posibilidades reales de poder cumplir.
A partir de ahora, y si el litoral oficial no deja caer lo que ha podido conquistar con su oportuna convocatoria a diálogo, será cuando el PRD tendrá que ingerir la mayor dosis del brebaje de acíbar que su dirigencia preparó al declinar su participación en la Cumbre, sin exponer razones válidas para la ausencia.
La ultima esperanza del PRD para intentar salir del pantano en el que ha caído sería la de poder enrostrar a los sectores que acogieron el llamado al diálogo, el hecho de que el Gobierno no cumplió o nunca tuvo intención de cumplir con lo acordado.
Esa fue siempre una falsa premisa o un juicio muy débil, porque nadie en su sano juicio podría creer que el Gobierno se cercaría a sí mismo, con la torpe táctica de entretener a la sociedad o a su clase dirigente en un diálogo político de sordos sin principio ni final.
El PRD ha renunciado, por tanto, a la ofensiva en el debate y ha optado por un tipo de aislamiento propio de feligresía tibetana, lo que ha permitido que el Gobierno interactué libremente con todo el mosaico social, económico y político sin su intermediación.
La dirección del PRD nunca pudo entender que el mundo de hoy padece -no lo digo yo, sino el Fondo Monetario Internacional- la más terrible crisis económica desde la Segunda Guerra Mundial y que están dadas las condiciones para una segunda ola del crack financiero, por lo que cualquier esfuerzo por sobrevivir ha de partir siempre del diálogo político.
La Cumbre de las fuerzas vivas o de unidad ante la crisis ha resultado en un gran triunfo político para el Presidente, su gobierno y su partido, y en esa misma proporción, en derrota para el sector delirante del PRD que no ha podido elegir todavía de manos de quién retornaría al Poder, si del Falpo o de la oligarquía.
Sentarse a esperar el desplome de la economía, que a su vez signifique el derrumbe político del presidente Fernández, como parece apostar la dirección del PRD, es tonto y arriesgado, porque el mandatario ha amarrado su liderazgo a la de una sociedad que no tiene vocación al suicidio.
Falsos líderes que se atribuyeron lauros por la victoria del Ejército Rojo, nunca respondieron a la pregunta “¿dónde estaba usted cuando el presidente Mao inició la Gran Marcha?”. Una interrogante similar no podrá contestar la dirigencia perredeista cuando sus propias bases inquieran dónde estaban cuando la nación requirió afrontar efectos de la más grave crisis económica mundial en casi un siglo.
(orion_mejia@hotmail.com)
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2009/2/21/8278/A-Rajatabla
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