Por Pelegrín Castillo Semán
9 de Abr 2009 12:00 AM
1- La gobernabilidad debe cimentarse más en un ejercicio sabio, enérgico y responsable de la autoridad que en la búsqueda permanente de “consensos” que hacen que el gobernante parezca más un malabarista que un estadista.
2- Las sociedades complejas son conflictivas por la pluralidad o diversidad de intereses que tratan de realizarse. De ahí que una cierta dosis de arbitraje, de mediación, por parte de las autoridades siempre resultará conveniente y saludable; pero el buen gobernanante nunca debería concebirse como un árbitro permanente, distante o imparcial. También, deberá estar dispuesto a arriesgarse en la confrontación de las ideas, a perder capital político, a poner a prueba la visión por la que lo eligieron, a quedarse solo, si su convicción se lo indica.
3- Los líderes –o los que fungen como tales– procuran que los hombres y mujeres que integran “las masas” tengan fe en sus personas y en sus orientaciones, pero ¿tienen los líderes fe en esas masas que les toca dirigir, en esos hombres y mujeres sencillos, desconocidos, anónimos que les siguen con pasión? Sin esa fe recíproca, interactuante, potenciadora, no es posible desencadenar el fenómeno de movilización transformadora que hace historia….. Definitivamente, tanto o más importante que los seguidores confíen en los líderes es que los líderes confíen en los seguidores…, o por lo menos, en sus potencialidades.
4- En todos los seres humanos –como en todas las sociedades o grupos– hay un cúmulo de virtudes y de defectos, de potencialidades positivas y de inclinaciones penosas. Tanto los líderes como, sobre todo, las instituciones deben proponerse estimular el crecimiento de los primeros y contener o reducir los segundos.
5- Muchos disfrutan, con aire deportivo, criticando a los legisladores, que ciertamente tienen su cuota de responsabilidad en nuestros fracasos institucionales. Pero la verdad sea dicha: en las cuestiones fundamentales, la gran mayoría de nuestros senadores y diputados son meras piezas en un tablero donde los jugadores son otros: Los jerarcas de los partidos, los grandes grupos de interés, los procónsules de ciertas embajadas y organismos internacionales…. y raras veces a los que critican a “las piezas” aluden “a los jugadores”.
6- Decía Miguel Ángel Velásquez, que la conchupancia era una palabra compuesta del folklor político venezolano que significaba “acción de chupar conjuntamente”, y que designaba la práctica de los cogollos partidistas de confabularse para preservar sus intereses comunes mientras “competían” y se “alternaban” en el mando… democráticamente.
Pelegrín Castillo Semán es diputado FNP
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