Ahora bien, de ahí a creerse que la sola capacidad económica o riqueza pecuniaria de un candidato pueda posibilitarle ganar elecciones, es tan ingenuo, como pretender competir, armado con el solo estandarte de las ideas; en un escenario social y político como el dominicano, lleno de todas clases de necesidades. Lo pretendió el señor Amable Aristy Castro en las pasadas elecciones presidenciales, con sus salchichones y billetes al aíre; no pudo ser mayor su fracaso. Se impuso la dignidad del pueblo por encima de sus necesidades inmediatas. También perdió MVM, de quien se decía tenía un peso, más todos los cuartos del mundo para ganar y, volverá a perder en estas elecciones congresuales y municipales de medio término del próximo mes de mayo. Demasiado es, pedirles peras al hormo.
Porque, aunque la política dominicana se ha mercantilizado, todavía la necesidad del debate y las ideas parece ser que no ha tocado fondo. Máxime cuando hay una acción de gobierno que se preocupa por resolver los problemas de las grandes mayorías; por demás, sostenido por un partido, cuya disciplina y responsabilidad lo siguen haciendo merecedor de la confianza de las mayorías.
Si las ideas son importantes para gobernar, para la oposición deben ser su carta de ruta, su brújula de navegación. O bien se le ha olvidado o este PRD no ha entendido esta regla básica de la política, llevándolos por el camino de dejar en manos del clientelismo, la sola práctica del quehacer político. Vargas Maldonado y el PRD, no van a ganar estas elecciones, no solo por el echo de estar internamente dividido, sino, porque el abandono de las ideas por parte de este partido que, precisamente fue lo que le dio fuerza y credibilidad y grandeza en el pueblo, se han visto mancilladas por quienes quieren aplicar simples estrategias de mercado a la política.
Hasta el axioma popular, de que el PRD es experto en hacer oposición se ha ido desvaneciendo, los encarnizados intereses individuales y personales han hecho sucumbir la estrategia común. Solo clientelismo y atomización a la vista y, al final del túnel, una luz apagada. ¿Porqué cambiar? ¿Por qué votar por los representantes de este partido, que solo se representan asimismo?, se preguntaría el votante.
Los retoques de photoshops en los afiches y fotografías de los candidatos para verse más bonito, más joven o menos negro, etc., podrán servir para vender un detergente o cualquier otro producto comercial. Decir que eres el mejor, el más aplicado o clamar a Dios, para conseguir el favor del voto, podrá ser mercadológicamente correcto, pero se olvidan estos que su consumo no es de usar y tirar y, que se ha de estar ahí todos los días con la gente, a diario, al corriente de sus necesidades.
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