Ahora, en el centenario de su nacimiento, los dominicanos están descubriendo las excepcionales dimensiones políticas e intelectuales de uno de los ciudadanos más ilustres de este país: el profesor Juan Bosch.
No sólo fue un pensador que se adelantaba a su tiempo columbrando los cambios en nuestras sociedades.
No sólo fue un pedagogo de la política, que utilizaba un encantador y penetrante mecanismo de comunicación y de persuasión popular.
Fue, también, un lúcido escritor de cuentos, un novelista exquisito, un escultor en ciernes, un ensayista y sociólogo, educador de los pies a la cabeza, que legó las riquezas de su pensamiento a las últimas generaciones de dominicanos.
Su fama, sus relaciones, su lucha política trascendieron más allá del suelo que lo vio nacer. Por eso, grandes intelectuales y políticos de todas las latitudes han valorado y reconocido su obra y nos han dado, desde fuera, la verdadera magnitud de su imagen internacional.
Los dominicanos, disipadas ya las pasiones que impedían calibrar la singular personalidad del profesor Juan Bosch, se encuentran hoy mejor preparados y aptos para reconocerlo y encumbrarlo como una de las figuras más respetables que ha dado el país a través de su historia y de ahí que hoy, dia de su nacimiento, la Nación esté unida en un vivo y sincero homenaje a su memoria.
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