Compartimos este Editorial del Listín Diario:
El maestro Carlos Piantini acaba de dejar un hondo vacío en la historia de la música dominicana.
Desde hacía un tiempo residía en de Pocono, Pennsylvania, ciudad a la que había viajado para tratar sus quebrantos de salud.
Su nombre no está ligado solamente a la historia de nuestra música, sino que honra la sala principal del Teatro Nacional Eduardo Brito por disposición del Ministerio de Cultura.
Al momento de su muerte, contaba con 83 años de edad. Había nacido en Santo Domingo el 9 de mayo de 1927, ciudad donde hizo su debut profesional como violinista a los diez años de edad.
Antes de ser nombrado como director de la Orquesta Sinfónica Nacional, el maestro se destacó como violinista de la Filarmónica de Nueva York bajo la dirección de Leonard Bernstein. También viajó a Viena, donde dio clases de violín con Hans Swarowsky y allí dirigió la Orquesta Sinfónica, al igual que en Caracas, Italia y Jerusalén.
En nuestro país también se destacó como director del Teatro Nacional y profesor de estudios orquestales en la Universidad Internacional de la Florida.
Al conocer la noticia de su desaparición física, Listín Diario expresa su más profundo pesar y se une al dolor de su familia, su esposa Yolanda Trujillo, y sus hijos Susana, John, Vivian, Garry, Alberto, Blanca, Frank y Jacqueline.
¡Paz a sus restos!
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