El doctor Marino Vinicio Castillo ha señalado que su designación al frente de la Comisión Nacional de Ética y Combate a la Corrupción, refleja una elevada voluntad política del presidente Leonel Fernández para afrontar toda forma de prevaricación.
Lo cierto es que ese nombramiento ha creado justificada expectativa en una sociedad lacerada por el peculado que, como añejo cáncer, ha hecho metástasis en casi toda la anatomía del Estado.
El doctor Castillo parece rebelado contra toda intención de que su paso por esa Comisión se encasille en lo decorativo o en simple declaración de buenas intenciones, por lo que ha adelantado que no será testigo de piedra ante denuncias de corrupción en áreas de la administración pública.
Es verdad que esa Comisión de Ética carece de autoridad para perseguir por sí misma la comisión de crímenes y delitos contra el erario, pero puede ser útil represa de inmundicias que de otra forma anegarían vastos predios morales de la República.
Ese funcionario ha advertido, por ejemplo sobre malas prácticas en los procesos de contratación de obras y adquisición de bienes , área del Estado que define como dispersa, anarquizada, donde cada cual anda por su lado, sin que ningún organismo aplique controles.
Tiene razón el jurista al afirmar que muchas de las dolencias que afectan a la administración pública no son cuestiones de sanción y castigo, sino de desorden y anarquía.
Tales señalamientos del doctor Castillo fueron hechos al comparecer como invitado al Almuerzo Semanal de los medios de Comunicación del Grupo Corripio, junto a los demás componentes de la Comisión de Ética, licenciados Simón Lizardo, Ramón Ventura Camejo, Julio Aníbal Fernández, Omar Daniel Caamaño y Helen Hasbún y los doctores Eric Hazim y Miguel Suazo.
Se asume como remedio eficaz la propuesta del doctor Castillo de que se vote una ley que establezca prisión preventiva para funcionarios que incurran en actos de corrupción.
La sociedad espera mucho de lo que pueda hacer el doctor Castillo al frente de esa Comisión Anticorrupción. Sólo es asunto de comenzar.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2010/3/11/42170/Voluntad-politica
Lo cierto es que ese nombramiento ha creado justificada expectativa en una sociedad lacerada por el peculado que, como añejo cáncer, ha hecho metástasis en casi toda la anatomía del Estado.
El doctor Castillo parece rebelado contra toda intención de que su paso por esa Comisión se encasille en lo decorativo o en simple declaración de buenas intenciones, por lo que ha adelantado que no será testigo de piedra ante denuncias de corrupción en áreas de la administración pública.
Es verdad que esa Comisión de Ética carece de autoridad para perseguir por sí misma la comisión de crímenes y delitos contra el erario, pero puede ser útil represa de inmundicias que de otra forma anegarían vastos predios morales de la República.
Ese funcionario ha advertido, por ejemplo sobre malas prácticas en los procesos de contratación de obras y adquisición de bienes , área del Estado que define como dispersa, anarquizada, donde cada cual anda por su lado, sin que ningún organismo aplique controles.
Tiene razón el jurista al afirmar que muchas de las dolencias que afectan a la administración pública no son cuestiones de sanción y castigo, sino de desorden y anarquía.
Tales señalamientos del doctor Castillo fueron hechos al comparecer como invitado al Almuerzo Semanal de los medios de Comunicación del Grupo Corripio, junto a los demás componentes de la Comisión de Ética, licenciados Simón Lizardo, Ramón Ventura Camejo, Julio Aníbal Fernández, Omar Daniel Caamaño y Helen Hasbún y los doctores Eric Hazim y Miguel Suazo.
Se asume como remedio eficaz la propuesta del doctor Castillo de que se vote una ley que establezca prisión preventiva para funcionarios que incurran en actos de corrupción.
La sociedad espera mucho de lo que pueda hacer el doctor Castillo al frente de esa Comisión Anticorrupción. Sólo es asunto de comenzar.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2010/3/11/42170/Voluntad-politica
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