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Hace muchos años visité Haití. Recuerdo con tristeza las montañas desforestadas, la agricultura descuidada, los ríos poco caudalosos. Es un país extremadamente pobre. Sin embargo, la gente es muy laboriosa y alegre. Me fascina su música, baile y las pinturas en las que plasman su sentir. Adoro la dinámica de sus mercados donde venden todo tipo de mercancías y productos, colocados al descuido.
La población aumenta cada año. Parecería que la fertilidad es incontrolable. No olvido la mirada entre triste y con coraje de muchos, la desnutrición en los niños y la inestabilidad política del pais. Pero también conocí del espíritu de lucha de la gente, del esfuerzo por elevar el nivel de vida y fortalecer las instituciones.
Por esos motivos, me dolió el efecto devastador del terremoto del pasado 12 de enero. Desplomó sus esfuerzos y aumentó sus males: 200,000 mil muertos, un millón de damnificados, edificaciones destruidas, etc. ¡Cuántas pruebas!. Miles han llegado a RD buscando mejor vida. Los encontramos por doquier.
He recordado al Dr. Balaguer y su libro “La Isla al Revés”. Plantea que para vivir en paz debemos abogar por el desarrollo de Haití. Dice que “no hay razón de humanidad que justifique que nuestro país, en el cual existe ya un alto índice de desempleo y cuya densidad demográfica tiende a igualar a la de Haití, reciba una gran parte de las masas que en el país vecino carecen ya de espacio vital y que necesitan para subsistir que les sea abierto con generosidad el suelo de otros países mejor dotados por la naturaleza”. Es verdad. Hacemos frontera. Los éxitos y fracasos de los vecinos se dejan sentir. Su llanto, su fiesta pero no justifica que carguemos con ellos. Cada quien debe atenderlo en su territorio.
Proceden gestos de solidaridad como el que ha tenido el Presidente Leonel Fernández para que Haití sea “arquitecto de su futuro”, para que se levante sobre base firme en su hábitat. Que no tenga que refugiarse en otro. Se ha empeñado en que la comunidad internacional mantenga viva la llama de solidaridad con esa nación. Por eso convocó con entusiasmo a la Cumbre Mundial por el Futuro de Haití: Solidaridad más allá de la frontera. Excelente iniciativa. El objetivo es ayudarlo a reestructurarse en lo económico, social, institucional, cultural. Contribuir a sanarle las heridas del cuerpo y del alma. Devolverle alegría y esperanza.
A esa cumbre asistieron representantes de 50 naciones u organismos multilaterales. Se empeñaron en ayudar al gobierno haitiano, con dinero e identificándole proyectos prioritarios. Lograron promesas concretas por siete mil ochocientos quince millones de dólares. Ojalá la cumplan. Como el evento fue de un día, el lugar elegido fue muy adecuado. Los distinguidos líderes mundiales, no sólo tenían seguridad extrema sino también un ambiente tranquilo y agradable que les permitió ser fructíferos, aprovechar el tiempo. Me complace saber que contamos con líderes de sensibilidad social, capaces de atender con prontitud al llamado de otra nación cuando los necesita. Fue lo sucedido en esta cumbre que muy acertadamente convoco el Presidente Fernández en pro de la hermana Republica de Haití, una nación de mi núcleo de afectos.
http://www.almomento.net/news/135/ARTICLE/61405/2010-06-05.html
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