De los doce meses del año, los dos más importantes en la historia del pueblo dominicano son febrero y agosto, porque en el primero, el 27, nació La República, allá en el año de 1844; y en el segundo, agosto, el día 16, en Capotillo, en 1863, se inició la Gran Epopeya dominicana que conocemos con apropiado nombre, como La Restauración; episodio político militar sin precedentes en la historia americana y que por la naturaleza de la forma en que se desarrolló ni siquiera La Restauración de la República en México, dirigida por Benito Juárez, contra la monarquía impuesta por Napoleón III, se pudo librar en el orden militar con la desigualdad tan profunda como la que libramos contra la monarquía española. De una manera o de otra, los mejicanos recibieron desde el primer momento de su lucha, el respaldo militar y económico de los Estados Unidos de América. A diferencia de otros pueblos, reiteramos de nuevo, el pueblo nuestro ha sido un “Actor solitario de su historia”.
Los otros meses importantes en la historia dominicana son enero, marzo, abril, mayo, junio, julio, septiembre y diciembre, porque en el transcurso de su tiempo, en épocas diferentes, se han iniciado o producido acontecimientos que han definido los perfiles de la nacionalidad y la consolidación de una sociedad integrada por un pueblo valiente, con vocación intuitiva hacia el trabajo, inteligente y dueño de un poder de decisión y una constancia admirable, que fueron las virtudes y cualidades que detectó Eugenio María de Hostos, el Gran maestro y prócer antillano, que lo motivó a quedarse a vivir en este país, que hizo suyo en lineamientos de igualdad como su patria natal Puerto Rico. Este es el “Mes de la Patria”, época durante la cual debemos mirar hacia atrás, allá, muy lejos, hacia las raíces mismas de nuestro nacimiento, momento dramático, difícil de comprender, en el cual durante los primeros años del siglo XVI se conjugaron lo poco que quedaba de la población aborigen, los negros africanos, esclavos, que comenzaron a arribar a la isla después de 1516 y los blancos españoles conquistadores, que impusieron su lengua, hábitos de vida, costumbres y religión.
El 27 de febrero próximo se cumple el 166 aniversario del nacimiento de La República que concibió, y en teoría proyectó Juan Pablo Duarte cuando fundó La sociedad Secreta Trinitaria en 1838. El camino a seguir ha sido largo, para un pueblo joven, lleno de vicisitudes, sacrificios, entrega, con pocos momentos de felicidad y ahora en lo que parece ser un reordenamiento político regional, que nace como expresión de una reorientación de varios pueblos de esta región, encabezado por el ejemplo viril, independiente y soberano de Venezuela, este pueblo heroico, “legendario”, “veterano de la historia” y “David del Caribe”, como lo llamó Fidel Castro Ruz, tiene que prepararse para enfrentar un futuro, que en el orden nuestro es halagador, pero que preocupa mucho, pero mucho, como consecuencia de la tragedia que ha sufrido y sufre, desde el 12 de enero del corriente año, el hermano pueblo haitiano; lamentable y desgraciada realidad a la cual no se le ve una solución cierta, viable, que no debe quedarse en promesas, palabras y sugerencias, que a la larga no resolverán absolutamente nada.
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2010/2/22/40542/CRONICA-DEL-PRESENTE
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