jueves, 8 de mayo de 2008

LF y el bururum, barará, ¿Dónde está Miguel?

En esta ocasión los espera un pueblo diferente que a fuerza de golpes aprendió a diferenciar entre la luz y la oscuridad, y que ya rechaza la vieja historia triste y sin final, el mismo cuento de nunca acabar, y la carcajada de la madrugada.

Jesús Rojas

El pueblo dominicano ha estado bombardeado por ofertas de campaña electoral en los días finales de las elecciones del 16 de mayo. En un país que se da el lujo de disponer de 24 partidos políticos y cientos de candidatos, con un gasto increíble de millones de pesos para el laborantismo político, lo más idóneo es que lluevan las propuestas hasta el hastío.

Hay de todo en ese arcoíris de aspirantes y modelos al solio presidencial. Desde uno que reparte cerdos, pollos, salamis y sobrecitos con dinero a la garata con puño, en un lenguaje muy coloquial; otro cuya esposa es juez de la JCE, ¿conflicto de intereses?, ¡no hombe!, un tercero cuyo partido oferta una tarjeta sin fondos y hasta el oro y el moro con tal de salir electo, pese a la ominosa sombra que le persigue como ex funcionario del fallido cuatrienio anterior.

De todos, pensamos que el más peligroso es el último aspirante, el de la sombra blanca. No porque sea una mala persona, al contrario, porque es un comerciante y empresario de éxito indudable. Sino, porque a pesar de haber sido secretario de Obras Públicas en el mal recordado gobierno PRD-PPH, se le enrostra haber realizado negocios privados con el dinero público y construir una mansión de 800 millones de pesos.

Además, al parecer de dar su anuencia al pago de 25-mil dólares del erario dominicano a funcionarios de Panamá para una asesoría que según algunos nunca se realizó, aparte de recibir jugosos contratos para los trabajos de ampliación y modernización del Canal de Panamá y de ser mencionado en el escándalo del ayuntamiento español de Marbella, entre otros asuntos que no han sido aclarados del todo y siguen envueltos en una nebulosa galáctica.

Lo más reciente que ofrece ese candidato del principal partido fallido de oposición es reducir en un treinta por ciento el costo de la gasolina y bajar los impuestos, así como si fuera un acto de magia.

Lo menos que uno como elector espera es que el candidato del bururúm barará le de una explicación al electorado, de todas y cada una de las denuncias que se le imputan, para que no quede ni una sola duda razonable y su figura se perfile intachable, como estamos seguros que así lo desea.

Mientras que el candidato del partido en el poder, el PLD, no sólo promete lo que se propone para el próximo cuatrienio, sino que presenta una lista de obras que nada ni nadie en su sano juicio puede negar: estabilidad macroeconómica, múltiples obras de infraestructura, confianza de los agentes económicos, reservas internacionales positivas, manejo inteligente de la deuda interna y externa, inversión en la educación, en la salud, confianza de los inversionistas, en suma: adelanto, progreso económico, cultural y tecnológico.

Pero no. En la sociedad dominicana hay que ser como Jalisco, que nunca pierde, y si pierde, arrebata. Con todo y ser cuestionado en una lluvia de asuntos tan graves, el candidato del retroceso lanza un dardo venenoso: reta a que se lo prueben en los tribunales, como si con ello dejara limpia su imagen y respondiera a todas las interrogantes.

Al candidato del bururúm barará se le olvida que como figura pública en democracia, su vida y su obra son y deben ser cuestionadas de todas las formas. Y él está en el deber de dar todas las respuestas posibles si es que aspira a recibir la confianza de millones de compatriotas en sus aspiraciones para llegar al Palacio Nacional.

También pasa por alto que los electores conscientes saben a ciencia cierta que el futuro del pueblo dominicano no puede depender de un grupo de vagos, indolentes y parásitos que esperan la limosna pública para comer hoy, ni de la chercha del colmadón de la esquina donde se juegan el salario a golpes de baile, baraja, botella y bachata. Está claro que un país se construye con trabajo, valor y sacrificios.

Ese candidato que desprecia las inquietudes del pueblo no es una buena señal. No quiera alguien imaginar siquiera cómo sería con la banda presidencial puesta. También olvida ese candidato que el tribunal de la opinión pública puede ser tan implacable como el que más, y juez severo que el 16 de mayo dictará sentencia de la cosa irrevocable.

Para entonces, esperamos concluya el bururum barará, ¿Dónde está Miguel?, no el del memorable Trío Matamoros. Sino, la misma vieja y pérfida canción de cuna de un candidato y de un partido que insisten en su borrachera electoral en cometer los mismos errores del pasado, a pesar de que doña Milagros pidió perdón por todo el daño cometido, pero con el mismo escuadrón económico de la muerte.

Sin embargo, en esta ocasión los espera un pueblo diferente que a fuerza de golpes aprendió a diferenciar entre la luz y la oscuridad, y que ya rechaza la vieja historia triste y sin final, el mismo cuento de nunca acabar, y la carcajada de la madrugada…

http://www.clavedigital.com/Firmas/Articulo.asp?Id_Articulo=10459

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