Vinicio A. Castillo Semán
La declinatoria del Presidente Leonel Fernández a intentar una segunda reelección consecutiva abre la crucial interrogante de cara a las elecciones presidenciales del año próximo de si el PLD conservará o no la alianza con el PRSC y el Bloque Progresista. Soy de los que cree que si esta alianza vencedora se rompe o desmorona se le estarían abriendo de par en par las puertas al retroceso que encarna la opción presidencial de Hipólito Mejía y su tristemente célebre PPH.
La pregunta que se cae de la mata es cómo hacerlo en ausencia de Leonel Fernández como candidato presidencial, que sin duda ha sido una figura clave en el aglutinamiento de los diversos partidos aliados que le han ayudado en sus sucesivas victorias.
Es claro que ninguno de los precandidatos presidenciales del PLD pueden aglutinar de antemano todas estas diversas fuerzas y mucho menos están en condiciones de pedirle que frenen sus legítimos propósitos de desarrollo partidario y de proyectos presidenciales propios.
Es de esa realidad incontrastable que, a título personal, he estado abogando públicamente por la implementación de la llamada “fórmula chilena”, una vez el PLD, el PRSC, la FNP y los demás aliados hayan elegido sus respectivos candidatos presidenciales.
La propuesta consistiría en que la coalición vencedora presente al electorado diversos proyectos presidenciales, con el compromiso previo de concurrir juntos, en primera o segunda vuelta, a las elecciones del año próximo, apoyando al candidato de mayor simpatía entre los partidos que conforman esta gran coalición y participando cada uno de ellos en la conformación de un nuevo gobierno, conforme a las simpatías aportadas por los distintos proyectos presidenciales.
Es una fórmula justa, porque le daría a los partidos de la coalición la oportunidad de crecer y desarrollarse.
De proyectar sus distintos candidatos y es al pueblo al que le tocaría ponerle el tamaño a cada uno de ellos, interactuando bajo el marco de un programa de gobierno que asuma compromisos comunes para enfrentar los graves problemas del país, el compromiso de no atacarse mutuamente, sino de crecer con un discurso positivo de oferta de sus diversos candidatos y obviamente con un fín común de evitarle al país el retroceso del pepehachismo de triste recordación.
El Partido Reformista Social Cristiano, que es hoy por hoy el más importante aliado del Bloque Progresista, estaría en óptimas condiciones de reagruparse y de presentar al país una opción unitaria y de consenso, que deje atrás su reciente historia de divisiones que lo han llevado al borde de la desaparición.
La Fuerza Nacional Progresista, que postula a mi hermano Pelegrín Castillo, podría presentar al electorado dentro de este gran esfuerzo de unidad una cara renovadora de la política dominicana llena de ideales y de firmes convicciones para resolver los problemas más acuciantes de la nación.
Otros aliados estarían igualmente en el derecho legítimo de preparar sus propios proyectos, como es el caso de la APD y Max Puig y de José Francisco Peña Guaba y el BIS.
Lejos de debilitarse el Bloque Progresista, si se actúa con inteligencia y sin trapisondas, podría atraer a un sector importante de los más de cuatrocientos mil perredeistas que votaron contra Hipólito Mejía el pasado 6 de marzo en su convención interna, bajo el convencimiento de que éste representa el “retroceso”, como bien dijera su contendor y presidente del PRD, Ing. Miguel Vargas Maldonado en su último spot de campaña, cuya copia tenemos en nuestras manos.
El que leyó con detenimiento el discurso del Presidente del PRD, Ing. Vargas Maldonado, en el sentido de que los resultados de la convención interna de su partido fueron espurios y “no representan la voluntad de los perredeistas”, tiene que estar claro en que la mitad del PRD que sigue a Vargas Maldonado en el seno del pueblo y que está convencida de que el proyecto pepehachista llevará a ese partido a una derrota segura, puede ser atraída por el Bloque Progresista y sus distintos candidatos presidenciales, si se implementa la denominada “fórmula chilena”.
Los pepehachistas están claramente conscientes de que si el Bloque Progresista se mantiene intacto o se fortalece, su techo máximo sería un 40% del electorado. Por eso andan pregonando que esa gran alianza se va a desmoronar. Quieren infundir el desaliento y la incertidumbre de los seguidores de este Bloque ante el retiro de Leonel Fernández. El compromiso con el país está en saber conjugar los legítimos esfuerzos de proyectos propios con el fin último y estratégico de la gran conjunción de fuerzas para el año 2012, sin que nadie se sienta opacado o cercenado en su oportunidad de desarrollarse.
El camino de la unidad del Bloque Progresista, el PLD y el PRSC está abierto de par en par, como lo estuvo abierto en el año 1996. Ojalá Leonel Fernández, Presidente de la República y líder del PLD, emule el compromiso histórico que asumió en favor de él el Dr. Joaquín Balaguer y aunque él no sea el candidato presidencial de su partido, se convierta en el motor armador de la “fórmula chilena”.
http://www.listindiario.com.do/puntos-de-vista/2011/4/17/185129/Unidad-y-Bloque-Progresista
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