Recordaba hace días el doctor Marino Vinicio --Vincho--Castillo, asesor en materia de drogas del Presidente de la República, que desde el principio se opuso a la idea de crear una unidad antinarcótica en la Policía Nacional, pero que finalmente el presidente Leonel Fernández se dejó convencer del entonces jefe policial, el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín, y el ministro de Interior y Policía, el doctor Franklyn Almierda Rancier, y desde entonces, como es de conocimiento general, los escándalos dando cuenta de miembros de la institución del orden --oficiales incluidos-- vinculados al narcotráfico y delitos conexos no han dejado de ocupar grandes espacios en las páginas de los periódicos, el último de ellos involucrando al jefe de la unidad antinarcótica de Santiago y otros dos miembros de la uniformada apresados durante una transacción de diez kilos de cocaína.
Aunque gran parte del daño, tanto a la credibilidad de la institución del orden como a la propia lucha contra el flagelo, ya está hecho, el doctor Castillo parece convencido de que todavía hay tiempo de enmendar el error cometido disolviendo esa unidad, como ya ocurrió, por las mismas razones, en la década de los ochenta, para concentrar toda esa responsabilidad de manera exclusiva en la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD).
Rectificar a tiempo --ya se ha dicho tantas veces-- es cosa de sabios, además de que nunca es tarde, en tan delicada materia, para volver a poner las cosas en el lugar que corresponde. ¿Para qué tener un asesor en materia de drogas si no se le va a poner atención a sus consejos y recomendaciones?
El presidente Fernández, quien dice tener en un lugar privilegiado de su estima a su admirado colaborador y aliado político, tiene la última palabra.
http://www.diariof27.com/articulo,10342,html
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