Las quejas ayer de los ministros de Relaciones Exteriores y Salud Pública sobre el virtual abandono que la comunidad internacional ha sometido a Haití, constituyen reiteración de un extendido lamento de República Dominicana por la indolencia que muestran grandes metrópolis ante ese drama agravado por la epidemia del cólera que ha dejado saldo de más de 300 muertos y miles de infectados.
El canciller Carlos Morales Troncoso ha advertido que el país vecino marcharía hacia la disolución institucional por la falta de ayuda prometida para su reconstrucción, mientras el ministro Bautista Rojas Gómez censura que Estados Unidos ni la Comunidad Europea hayan enviado auxilio a Puerto Príncipe para afrontar el cólera.
Ambos funcionarios coinciden en que Santo Domingo no puede cargar por sí solo con la tragedia haitiana, la que debería ser responsabilidad compartida de manera principal por Washington, Canadá y Europa, centros de riqueza y poder que no se han dignado en emitir siquiera una nota de lamento por la contingencia epidemiológica que abate a Haití.
Morales Troncoso, quien asistió como invitado especial al almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, ha dicho una gran verdad al afirmar que la culpa de un previsible fracaso de Haití sería de una comunidad internacional que no ha cumplido su promesa de volcar recursos hacia esa nación sacudida el 12 de enero por un terremoto que mató a más de 300 mil personas.
En medio de un brote de cólera que cobra centenares de vidas y que mantiene repletos los hospitales haitianos de pacientes infectados, una misión de la Organización de Estados Americanos ofrece la buena nueva de que todo marcha bien para las elecciones presidenciales del 28 de noviembre, como si fuera posible que la gente pueda acudir a las urnas afectada de diarrea y vómitos.
Los embajadores de la Unión Europea en Ginebra se limitan al intercambio de notas sobre el monitoreo que del cólera en Haití hace la Organización Mundial de la Salud, mientras el Gobierno dominicano ha enviado a la zona de convulsión sanitaria más de tres toneladas de cloro para ayudar a enfrentar la propagación de la bacteria.
La muy civilizada cultura occidental aspira a que Haití aprenda lecciones de civilidad y realice dentro de un mes “elecciones libres, limpias y concurridas”, pero ese pobre pueblo anhela liberarse del cólera y poder reconstruir su territorio devastado por un terremoto mayor.
Razones de sobra tienen los ministros de Exteriores y Salud al denunciar que la comunidad internacional ha abandonado a Haití, que hoy sólo tiene a Dios como su protector y a República Dominicana como su fiel cirineo.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2010/10/29/64900/Lamento-antillano
El canciller Carlos Morales Troncoso ha advertido que el país vecino marcharía hacia la disolución institucional por la falta de ayuda prometida para su reconstrucción, mientras el ministro Bautista Rojas Gómez censura que Estados Unidos ni la Comunidad Europea hayan enviado auxilio a Puerto Príncipe para afrontar el cólera.
Ambos funcionarios coinciden en que Santo Domingo no puede cargar por sí solo con la tragedia haitiana, la que debería ser responsabilidad compartida de manera principal por Washington, Canadá y Europa, centros de riqueza y poder que no se han dignado en emitir siquiera una nota de lamento por la contingencia epidemiológica que abate a Haití.
Morales Troncoso, quien asistió como invitado especial al almuerzo semanal del Grupo de Comunicaciones Corripio, ha dicho una gran verdad al afirmar que la culpa de un previsible fracaso de Haití sería de una comunidad internacional que no ha cumplido su promesa de volcar recursos hacia esa nación sacudida el 12 de enero por un terremoto que mató a más de 300 mil personas.
En medio de un brote de cólera que cobra centenares de vidas y que mantiene repletos los hospitales haitianos de pacientes infectados, una misión de la Organización de Estados Americanos ofrece la buena nueva de que todo marcha bien para las elecciones presidenciales del 28 de noviembre, como si fuera posible que la gente pueda acudir a las urnas afectada de diarrea y vómitos.
Los embajadores de la Unión Europea en Ginebra se limitan al intercambio de notas sobre el monitoreo que del cólera en Haití hace la Organización Mundial de la Salud, mientras el Gobierno dominicano ha enviado a la zona de convulsión sanitaria más de tres toneladas de cloro para ayudar a enfrentar la propagación de la bacteria.
La muy civilizada cultura occidental aspira a que Haití aprenda lecciones de civilidad y realice dentro de un mes “elecciones libres, limpias y concurridas”, pero ese pobre pueblo anhela liberarse del cólera y poder reconstruir su territorio devastado por un terremoto mayor.
Razones de sobra tienen los ministros de Exteriores y Salud al denunciar que la comunidad internacional ha abandonado a Haití, que hoy sólo tiene a Dios como su protector y a República Dominicana como su fiel cirineo.
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