lunes, 18 de octubre de 2010

JUVENTUD, TRISTEZA, INDIGNACION E IRA

Pedro Manuel Casals

En esta entrega voy a transcribir textualmente un artículo de mi padre que estoy ansioso por compartir. Ese artículo lo publicó él en Agosto del 2005, veamos si tiene alguna relevancia con nuestro contexto actual. El titulo del articulo es el arriba enunciado y sigue de la siguiente manera;

“Siento una gran tristeza por nuestros jóvenes. Muy pocos saben lo que ocurre en su país y los pocos que pudiesen saberlo, están confundidos o desconocen las causas y por tanto, no saben que hacer: no sienten el impulso de arreglar las cosas y cambiar su mundo para que sea mejor.

Están inconformes con la pobreza creciente, la falta de oportunidades y el colapso de los servicios públicos, el alto costo de la vida y el de su educación. Están desconcertados y en el fondo, atemorizados. Temen, no solo a la criminalidad creciente, al narcotráfico y la corrupción sino a algo mucho peor: al futuro. No ven su futuro con claridad ni se ven a si mismos en el futuro. Son presas de la conciencia de la ruina que arropa la nación.

Nuestros jóvenes, sienten que su mundo se desmorona: que nuestro país se empobrece fatalmente y que se haitianiza. Notan que todas las instituciones se degradan; que no hay dignidad ni orgullo nacional ni patriotismo ni civismo. No encuentran empleo o creen que no lo hallarían; carecen de dinero suficiente para comer, vestirse decorosamente o estudiar y si son afortunados, estudiar no les garantiza seguridad de empleo ni un futuro estable: son suficientes razones para sentir miedo y tristeza.

Recuerdo mis días de estudiante. Mi sociedad era estable y ordenada y yo contemplaba mi futuro con alegría y esperanza. Sabía que haría cuando terminara el bachillerato y que haría cuando me graduara en la universidad. Muchos eventos inesperados y violentos me alejaron del curso perfecto que había trazado a mi vida pero no destruyeron mis sueños ni mis esperanzas, gracias a Dios. Mi mundo cambió, mas no se desmoronó. Mis metas fueron superadas mediante circunstancias imprevistas casi mágicas o milagrosas, sintiendo que todo era posible.

Es por eso que estoy tan triste, al pensar que nuestros jóvenes carecen de futuro estable y de sueños y esperanzas, viviendo en una época oscura, sórdida y cruel.

Desde luego, mi indignación corre parejas con mi pesar. Siento ira hacia los responsables de esa dolorosa situación: hacia las camadas de politicastros y de burócratas ineptos y corrompidos y agentes extranjeros que deliberadamente, han venido destruyendo nuestra patria, negando a nuestros hijos el buen futuro a que tienen derecho. También, a los indiferentes: a los que teniendo el deber de hacer algo para impedirlo, no lo han hecho, pretendiendo que no ven lo que acontece y a quienes sistemáticamente, confunden al pueblo para que no vea hacia donde lo llevan, ocultando la realidad o distorsionándola.

Quisiera creer que Dios, con algunas de sus intervenciones providenciales iluminara a mi pueblo, dándole los medios de librarse de sus opresores y de hacer justicia. Sin embargo aunque todavía creo en milagros, reconozco con pesar, que mi fe se ha debilitado.”

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