A propósito de la reforma constitucional que se está discutiendo actualmente en el Congreso Nacional, se ha desatado un interesante y provechoso debate acerca de si la misma es “de izquierda, progresista, avanzada y moderna”, o “de derecha, retardataria, medieval y atrasada”, todo según la óptica y las preferencias del que esté conforme o no con el contenido de determinados artículos de dicha reforma.
Importantes periódicos nacionales y hacedores de opinión pública, entre los cuales tengo muy buenos amigos, han establecido una serie de parámetros para el calificativo ideológico de temas nacionales cruciales para la suerte de esta nación, que vale la pena analizar. Veamos: Nacionalidad: Para ser avanzado y progresista hay que estar de acuerdo con darle la nacionalidad dominicana a todos los hijos de ilegales haitianos residentes en nuestro país. Si usted defiende la tesis contraria, la adoptada en la jurisprudencia de la Suprema Corte de Justicia sobre el tema, usted es acusado de “derechista, antihaitiano y xenófobo”. Si en ese mismo sentido la nueva Constitución establece el “jus sanguinis”, como lo han adoptado la mayoría de los países del mundo, incluyendo nuestro vecinos de Haití, la reforma es “de derecha, recalcitrante y atrasada”.
Si, por el contrario, permite que los haitianos nos sigan invadiendo y puedan obtener la nacionalidad dominicana a través de “ius solis”, la reforma es “progresista”. Si usted se opone a que nuestro país sea vendido como destino turístico en el exterior conjuntamente con Haití, usted es un “antihaitiano xenófobo”. Si está de acuerdo con la propuesta de la canciller norteamericana en ese sentido, usted es un “hombre avanzado”. Si usted está de acuerdo con que nuestra escuela pública tenga la obligación constitucional de educar a los ilegales haitianos; que pongamos el creole como segundo idioma; que contratemos profesores haitianos para ese “bello gesto”, usted es un “gran liberal”.
Si usted cree que su país no tiene recursos necesarios ni siquiera para educar a sus ciudadanos, y mucho menos para los extranjeros ilegales, usted es un “cavernario”. Si usted entiende que incluir este derecho a favor de los ilegales en la Constitución (cuando tenemos una frontera abierta de par en par) es una cordial invitación a todos los haitianos ilegales, para que vengan a nuestro territorio a recibir la educación que no le brinda su estado (con desayuno escolar incluido), usted es un “retardatario deshumanizado”.
Aborto: En el debate sobre el aborto y la inclusión en la nueva Constitución del artículo 30 que establece la “protección de la vida desde la concepción hasta la muerte”; si usted está de acuerdo con la despenalización del aborto, como plantean las grandes potencias, usted es “moderno y progresista”.
Si usted está en contra del aborto, con las excepciones lógicas que surgen de la necesidad de salvar a una madre embarazada en riesgo, como permite y seguirá permitiendo la nueva Constitución y las leyes vigentes, usted es “atrasado”; la reforma es “medieval”, aunque los que apelan a este calificativo desconocen que ellos, los que creen que los concebidos son “propiedad” de los padres (y que pueden decidir si éstos viven o mueren), están sosteniendo la misma defensa del aborto que se hacía antes del medioevo, en las sociedades más antiguas de la humanidad.
Derecho a la vida de los pilotos de la droga: Si usted quiere defender a su país proponiendo una legislación (como la tienen la mayoría de los países, entre ellos EEUU, Cuba, Perú) que permita proteger su espacio aéreo de bombardeos de droga, o de terrorismo, a través de una ley de derribo que cumpla un protocolo internacional, que sólo es aplicable en el caso de que los pilotos de dichos aviones no obtemperen a los llamados de la autoridad, usted es un “troglodita, ultra-reaccionario y conservador”. Si por el contrario usted entiende que por el “respeto a la vida” de los pilotos de la droga o del terrorismo, éstos puedan entrar a nuestro territorio impunemente, regar su veneno, sin que la autoridad pueda detenerlos en el aire, ni poder hacer nada al respecto, usted es un “humanista, progresista y avanzado”.
Deuda externa: Si usted es reacio al endeudamiento externo desmedido, como lo fue el presidente Balaguer, usted es “atrasado, de derecha, conservador, que no comprende los nuevos tiempos”. Si, por el contrario, usted es partidario de coger miles y miles de millones de dólares prestados, incluyendo bonos soberanos, usted está “in” en el mundo moderno, “progresista y avanzado”.
Privatización de empresas públicas: Si usted se opuso a la mal llamada capitalización de las empresas públicas, usted fue calificado de “derechista, atrasado, que no entendía la nueva realidad del mundo”. Si, por el contrario, usted estuvo de acuerdo con que un grupo de “vivos” extranjeros vinieran aquí a quedarse con grandes patrimonios públicos, sin poner un dólar (como la historia demostró), usted en su momento fue “progresista, moderno y liberal”, aunque con el paso del tiempo no le guste que le recuerden ese episodio.
Sistema productivo nacional: Si usted fue de los que clamó durante décadas en este país que había que tener cuidado con las políticas neoliberales que nos venían desde fuera, porque podían arrasar nuestro sistema productivo nacional, usted fue en su momento calificado de “derecha, recalcitrante, campesino, que no entendía los nuevos tiempos”. Si, por el contrario, usted era abanderado de la política del imperio y de los organismos internacionales que le sirven de instrumentos, propugnando el arrasamiento del sistema de producción industrial y agrícola de estos pobres países de América Latina, usted fue “moderno y progresista”.
Código Procesal Penal: Si usted está de acuerdo con el Código impuesto por EEUU a este país (bajado de internet), mediante el cual peligrosos y violentos delincuentes obtienen su libertad con extrema facilidad, usted es un hombre “moderno y progresista”.
Si, por el contrario, usted habla de defender a su sociedad clamando porque el derecho de estos delincuentes no esté por encima de la seguridad de los ciudadanos de bien y de su convivencia pacífica, inmediatamente usted es calificado como un “inadaptado, truculento, derechista”.
Que nadie le tema a las etiquetas; lo importante son las ideas cuando se cree en ellas y su debate público y que cada quien tome partido libremente por las corrientes que entienda más convenientes para su país. Mientras tanto, confieso con toda honestidad que si para ser “avanzado” hay que compartir consideraciones como las expuestas, es un verdadero honor renunciar a esa etiqueta falsificada.
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=99938
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