Editorial Listín Diario.
La mejor política que puede sustentar Haití frente a nosotros es la que, a grandes rasgos, ha definido su nuevo primer ministro Bellarive: la de mantener una relación positiva bilateral.
Si grupos políticos haitianos persisten en distorsionar el modelo de trato que aquí se ofrece a sus compatriotas ilegales, el vínculo se empaña y no deja lugar a espacios de entendimiento y comprensión.
Ni tampoco al de la cooperación positiva, como la que brinda República Dominicana a través de múltiples programas de asistencia técnica en salud, agropecuaria, cuidado del medio ambiente, cedulación electoral e identidad, así como en aspectos relacionados con reforma jurídica.
A los dominicanos les conviene emplear todos los esfuerzos posibles porque Haití emprenda un camino hacia la solución de sus múltiples problemas sociales, económicos e institucionales. Lo que beneficia a Haití también se refleja positivamente en nuestro país que, en gran medida, es el asimilador de sus dificultades.
Una relación positiva bilateral puede avanzar si se desactivan las campañas mediáticas internacionales para presentarnos como una nación que abusa de los haitianos, hiperbolizando cualquier menudo incidente para crear la sensación de que aquí se imponen las leyes de la esclavitud o del racismo o las violaciones más incalificables y descaradas que cualquier sociedad haya podido sufrir.
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