Por Pelegrín Castillo Semán
7 de May 2009 12:00 AM
1. Hacer una carta de buenas intenciones y grandes proclamaciones resulta fácil. Hacer una Constitución que tenga vocación de perdurar porque se concibe a partir de las realidades, intereses, necesidades y desafíos de la nación, siempre será difícil. Aquí y ahora, vuelve a imponerse el facilismo.
2. Benjamín Disraeli definía la política como la permanente transacción entre el ideal y la realidad. No es posible hacer buena política, política auténtica, sin ideales, sin valores, sin grandes ideas. Pero, tampoco es posible hacerla si no se conciben los medios adecuados para concretar los primeros, si no se es previsor ante los posibles obstáculos o las evidentes limitaciones que nos impone la realidad, o si se carece del sentido de la gradualidad de los procesos.
3. ¿Quién es el titular de la soberanía? La Constitución dice que es el pueblo, de quien emanan todos los poderes públicos, que la ejercen en su nombre y representación. Jean Bodin, su primer gran formulador y teórico, afirmaba que la soberanía residía en el órgano que daba la ley. Aquí y ahora, se asume que la asamblea nacional revisora es la expresión de la soberanía popular y nacional. ¿Es eso verdad? Por lo que estamos viendo, no.
4. La nueva Constitución pretende garantizar tantos derechos que no garantizará ninguno. El hipergarantismo se expresó con fuerza en el debate sobre el acceso a la educación. No les garantizamos efectivamente el derecho a la educación a los nacionales. Hace ocho años que incumplimos con la meta del 4% del PIB para la educación pública. Pero estamos muy dispuestos a comprometernos a otorgar derechos exigibles con amparos constitucionales, no solo con los extranjeros que tienen presencia legal -lo cual es legítimo- sino con todos aquellos que tienen -y tendrán- estatus irregular.
5. Ningún Estado está obligado a garantizar todos los derechos fundamentales -económicos, sociales y culturales- a los extranjeros, en igualdad de condiciones que a los nacionales. Mucho menos, está obligado a consentir los mismos derechos a los extranjeros con estatus migratorio irregular que a los que tienen estatus legal… salvo República Dominicana, porque así lo quiere el imperio y los que ganan con la sumisión y el entreguismo.
6. Hace cuatro años estábamos colocados entre Haití y Colombia en el índice de Estados fallidos en la frontera entre la situación crítica y la situación de peligro. En la última publicación de este índice, en la revista Foreign Policy, no aparecemos ni en la categoría de menos estables. ¿Quién obró el milagro? ¿Por qué fuimos excluidos?
Pelegrín Castillo Semán es diputado FNP
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1 comentario:
Dr. Pelegrin, soy un fiel seguidor de sus ideales por esa razon me acabo de inscribir en la carrera de DERECHO porque quiero proteger la NACIONALIDAD y la SOBERANIA de mi pais, si seguimos como vamos en unos años no tendremos identidad y peor podriamos perder hasta nuestra independencia. Adelante pelegrin!!
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