Lic. Vinicio A. Castillo Semán - 11/9/2009
Un grupo de intelectuales haitianos ha tenido la osadía y el atrevimiento de enviar una carta al Presidente de la República, Dr. Leonel Fernández, llamándole la atención acerca de una supuesta campaña de malos tratos y de incitación a violencia que supuestamente se viene produciendo en el país en contra de ciudadanos haitianos ilegales.
Los miembros de la élite haitiana están preocupados. Y están preocupados porque, como nunca antes, se empieza a sentir en el pueblo dominicano y en importantes medios de comunicación escritos, televisados y radiales, una profunda preocupación sobre lo que es en la práctica una verdadera invasión pacífica de nuestro territorio por parte de ciudadanos haitianos ilegales.
Los haitianos y sus aliados del patio, al través de Ong’s pagadas por el poder extranjero, habían sido “exitosos” hasta hace poco en lograr moldear en la opinión pública la idea de que el tema de la migración haitiana era el producto de la actividad y el discurso exclusivo de un supuesto reducido grupo extremista de la sociedad dominicana, encabezado por nuestro hermano Pelegrín Castillo, doña Consuelo Despradel, el Arq. Espaillat Nanita, el Dr. Armando Armenteros, Manuel Núñez, Nolberto Rondón y por el inolvidable y bien recordado Miguel Ángel Velásquez Mainardi (ido a destiempo), entre otros connotados y prominentes ciudadanos.
Los miembros de la élite haitiana se han percatado que la preocupación y la demanda firme y enérgica al gobierno del Presidente Leonel Fernández para que aborde como un tema prioritario la puesta en vigencia una política clara de frontera y de migración haitiana, se está convirtiendo en un verdadero clamor nacional, y que la realidad de haitianización de nuestro país empieza a ser tratado de forma responsable por importantes medios de comunicación a través de reportajes especiales, como los publicados por el periódico Listín Diario.
La carta de los haitianos es el chantaje, la insolencia, el atrevimiento. Se pretende arrinconar al país para que no tenga posibilidad alguna de poner en práctica ninguna política seria con el tema de la descontrolada migración haitiana. Se pretende que el “status quo” de caos y anarquía, donde cada quien cruza por la frontera como le da la gana, y adquiere una identidad personal con unos pocos pesos, se mantenga con la política oficial de “avestruz” que se traduce en una lamentable y penosa indiferencia.
Los intelectuales haitianos pretenden en su carta, cuando hacen referencia a que quienes mantienen el discurso firme y claro en este tema, son aliados políticos del primer mandatario, que éste llame a capítulo a la Fuerza Nacional Progresista; que nos regañe y nos advierta de las consecuencias que pueden derivarse de lo que es para los miembros de nuestro partido una de las más trascendentales prioridades de nuestra nación.
A esos haitianos les podemos decir con claridad meridiana, que no existe poder alguno, nacional o extranjero, que pueda pretender acallar lo que es un discurso coherente, llevado a cabo por décadas por nuestro padre Dr. Marino Vinicio Castillo, Presidente de la FNP, tal y como lo hizo con el tema del narcotráfico hace décadas, no ha desmayado ni un segundo, al igual que el diputado Pelegrín Castillo, de advertirle al país los inmensos riesgos de disolución que le acechan, derivados de planes internacionales macabros que pretenden y han logrado con éxito fomentar la invasión pacífica de Haití sobre nuestro territorio.
Lamentablemente, nuestros aliados del PLD vacilan en este tema. La respuesta oficial al atrevimiento de la élite haitiana dada por el Vicepresidente de la República Dr. Rafael Alburquerque no estuvo a la altura de lo que esperaba el pueblo dominicano. Oir como respuesta a esa insolencia que los haitianos deben de preocuparse por frenar la migración de sus ciudadanos a nuestro país, lleva a un sentimiento que no se puede distinguir si se debe llorar o reír. El Dr. Alburquerque, a quien admiramos y respetamos, sabe perfectamente que la política oficial del gobierno haitiano y de su élite ha sido coherente (con padrinazgo extranjero) en fomentar de forma masiva la migración de su población hacia nuestro territorio, para luego venir a reclamar aquí, en República Dominicana, los derechos de ciudadanía de los mismos.
Son este tipo de respuesta oficial, las que llevan a la élite haitiana a ensoberbecerse; a sentirse en capacidad de seguir arrinconando y asediando a la República Dominicana en foros internacionales con el tema de la migración de su país hacia nuestro territorio. Al Vicepresidente Alburquerque hay que decirle con todo respeto que los que tenemos que poner en orden nuestra frontera, como todo país civilizado del mundo, somos nosotros. Y que somos nosotros los dominicanos, encabezados por su gobierno, del cual él es una honrosa y alta representación, los que estamos llamados a defender nuestros intereses vitales y estratégicos ante lo que es una clara conspiración internacional de haitianizarnos, lo que evidentemente no estamos haciendo.
La élite haitiana que vierte su insolencia en la misiva al Presidente de la República debiera de volcar sus energías y preocupaciones en pos de sacar a su Estado del estatus de ocupación militar extranjera en que lastimosamente ha permanecido en los últimos años, producto directo de su incapacidad para construir mínimamente un marco institucional y político que le permitiera operar como un Estado Nación.
Es esa élite haitiana que pretende trazar pautas a nuestro país, la misma que ha fracasado en el suyo para poderle ofrecer a sus ciudadanos posibilidades de desarrollo en su territorio. Son ellos, que a lo único que se han acostumbrado es a darse la buena vida (sin dar un golpe, como se dice popularmente), beber buenos vinos, pasearse por Europa y Estados Unidos en los grandes centros de poder mundiales, a costa de sus disparatados análisis sobre la dramática y triste realidad de su pueblo, con el que comparten, ni un segundo, sus penurias y carencias.
Que se vayan a dar sus cátedras y directrices a su país y que sepan que, aunque aquí aparezcan en el quehacer político y empresarial quienes por distintas razones quieran hacerle el juego, traicionando a nuestro país, siempre aparecerán, como la historia nos enseña, los que tengan el valor y la energía suficiente para defender a la República Dominicana, por más postrada e indefensa que ésta pueda lucir, como ocurre en la actualidad.
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=120918
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