El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) se erige en el único líder continental que ha reconocido públicamente que los problemas de Haití “repercuten en más haitianos en República Dominicana recargando los servicios públicos en un país que no tiene los recursos suficientes para eso”.
Hasta tan contundente admisión del doctor José Miguel Insulza, el criterio prevaleciente entre élites políticas y académicas de la región ha sido que Dominicana es parte del problema y no de la solución.
Insulza proclamó que cuando se habla de apoyo hacia Haití hay que pensar también “en el peso que eso significa para República Dominicana”, una gran verdad que han ignorado grandes metrópolis, incluida Washington, que en relación a ese drama manejan un discurso cargado de hipocresía.
El secretario de la OEA admite que la solución a la crisis haitiana sería a largo plazo y refiere que todavía esa nación adolece de desarrollo institucional, material y económico, lo que otorga un peso mayor a su aseveración de que ese problema “repercute en más haitianos” hacia el lado este de la isla.
Por primera vez, un funcionario de la categoría del secretario de la OEA, no sólo reconoce que República Dominicana padece de manera directa las consecuencias del drama haitiano, sino que también sugiere que la comunidad internacional ayude al país a sobrellevar ese viacrucis.
Hasta las palabras del doctor Insulza, en el lenguaje del liderazgo político, de directorios de organismos multilaterales, organizaciones no gubernamentales y de clanes académicos en Puerto Príncipe, se resalta discriminación, persecución, xenofobia y otros fantasmas con los que se acosa aquí a la más extensa y distendida población haitiana en el exterior.
Ojalá que tal reconocimiento y admisión del doctor Insulza sobre el papel solidario de República Dominicana ante Haití se repita en todos los foros internacionales donde de manera aviesa se pretende distorsionar la realidad y mancillar el honor de una nación que por muchos años acarrea la pesada cruz de sus vecinos.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2009/11/5/30904/Por-primera-vez
Hasta tan contundente admisión del doctor José Miguel Insulza, el criterio prevaleciente entre élites políticas y académicas de la región ha sido que Dominicana es parte del problema y no de la solución.
Insulza proclamó que cuando se habla de apoyo hacia Haití hay que pensar también “en el peso que eso significa para República Dominicana”, una gran verdad que han ignorado grandes metrópolis, incluida Washington, que en relación a ese drama manejan un discurso cargado de hipocresía.
El secretario de la OEA admite que la solución a la crisis haitiana sería a largo plazo y refiere que todavía esa nación adolece de desarrollo institucional, material y económico, lo que otorga un peso mayor a su aseveración de que ese problema “repercute en más haitianos” hacia el lado este de la isla.
Por primera vez, un funcionario de la categoría del secretario de la OEA, no sólo reconoce que República Dominicana padece de manera directa las consecuencias del drama haitiano, sino que también sugiere que la comunidad internacional ayude al país a sobrellevar ese viacrucis.
Hasta las palabras del doctor Insulza, en el lenguaje del liderazgo político, de directorios de organismos multilaterales, organizaciones no gubernamentales y de clanes académicos en Puerto Príncipe, se resalta discriminación, persecución, xenofobia y otros fantasmas con los que se acosa aquí a la más extensa y distendida población haitiana en el exterior.
Ojalá que tal reconocimiento y admisión del doctor Insulza sobre el papel solidario de República Dominicana ante Haití se repita en todos los foros internacionales donde de manera aviesa se pretende distorsionar la realidad y mancillar el honor de una nación que por muchos años acarrea la pesada cruz de sus vecinos.
http://www.elnacional.com.do/editorial/2009/11/5/30904/Por-primera-vez
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