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En la frontera México-americana se manejan muy bien los términos “Coyote” y “Pollero”, ambos calificativos están referidos a quienes se dedican al tráfico de personas por la frontera que divide a los dos países. El “Coyote” o el “Pollero” (vulgares delincuentes) no pocas veces gozan del aprecio y del encubrimiento (ingenuo) de sus victimas: ciudadanos mexicanos, centroamericanos y de otras partes del mundo que visualizan la entrada a los Estados Unidos como la llegada al Paraíso. Pero el “Coyote” o el “Pollero” son vulgares y peligrosos delincuentes que viven del tráfico de seres humanos que generalmente alternan con otras actividades delictivas: tráficos de drogas, contrabando de mercancías y de armas, entre otras.
En ese sucio y delincuencial negocio internacional los “Coyotes” o “Polleros”, no operan solos, pues esta harto demostrado que detrás de ellos, funciona una red internacional de infinitas conexiones y complicidades que van desde diferentes instancias de estructura de poder en cualquier sociedad (policías, militares, jueces, políticos, etc.) hasta sectores que amparados en la defensa de los derechos humanos de las victimas, no pocas veces, han caído consciente o inconscientemente, en las trampas y las maquinaciones de los organizadores y beneficiarios nacionales y extranjeros del negocio.
En nuestro país, la frontera con Haití ha sido usada muchas veces para el tráfico de personas, el contrabando de mercancías y de armas. También, junto con la migración ilegal de ciudadanos haitianos, ha sido usada (la frontera) para orquestar campaña de denuncias y de descrédito intencional en contra del país.
Esa realidad de la frontera y de la migración haitiana es una materia pendiente que hay que seguir encarando con la aplicación de políticas estatales sustentadas en las leyes, la soberanía nacional, el derecho internacional y, sobre todo, con carácter permanente a corto, mediano y largo plazo, so pena, el riesgo latente de que, en el país, la figura del “Coyote” o del “Pollero” profesional disfrazado de redentor social nos traiga consecuencias funestas.
Autor: Fco. S. Cruz
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