Cuando reventó el caso del asesinato del niño Llenas salieron a relucir todas las circunstancias horribles que rodearon el crimen. Había drogas, homosexualidad, rituales sangrientos, orgías. El sufrimiento de los padres fue espantoso; y dudo que haya terminado aun. Para colmo, hubo parientes del niño involucrados en el asunto. Fueron a parar a la cárcel unos jóvenes, ejecutores directos de la muerte del niño. En aquella ocasión quedé sorprendido por la “precocidad en la depravación” que brotaba del caso. ¿Cómo era posible que siendo tan jóvenes hubiesen acumulado “experiencias” -drogas, aberraciones sexuales- que no todos los hombres de setenta años han vivido?
En aquel momento escribí un editorial para el diario matutino donde trabajaba, en el cual califique a esos muchachos como “jóvenes marchitos”; envejecidos prematuramente. Dije entonces que se trataba de una “tragedia ecológica”. Los jóvenes son los cachorros de la especie humana; una especie más importante que las tortugas verdes o los manatíes, cuya supervivencia preocupa tanto a los “ambientalistas”.
Poco a poco se fue filtrando la información de que también estaban metidos adultos… en condición de instigadores, promotores, organizadores. Y ese es el meollo de la cuestión. Ahora tenemos “sobre el tapete” el reexamen del Código del Menor. Las noticias de ayer revelan que en San Cristóbal “los servicios sexuales prestados por… adolescentes son pagados con drogas”. Narcotraficantes “detallistas”, adultos, corrompen a los jovencitos. El jefe de una pandilla de delincuentes, llamada “Los menores”, ha muerto “acribillado a balazos después de atracar a una mujer”. La reseña periodística explica que comenzó su “carrera” a los doce años: la termina a los diez y ocho.
El porvenir de la sociedad dominicana –de todas las sociedades- depende de los jóvenes. Las “formas” de ese porvenir dependen, a su vez, de la “interacción” entre viejos y jóvenes. ¿Quiénes educan a los jóvenes? Es claro que padres y maestros son responsables de la educación de los jóvenes. Es obvio que actualmente existen niños asesinos, jóvenes perversos de todas las variedades. Pero no debe olvidarse que los adultos han puesto el marco, el tinglado en el que actúan estos jóvenes, sin trabajo ni buenos ejemplos. El Código puede muy bien reformarse; nunca para destruir los cachorros maltrechos.
http://67.199.16.148/opiniones/2009/8/31/291565/A-PLENO-PULMONCachorros-de-la-especie-humana
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