La nación va a iniciar un periodo decisivo en la vida institucional
El pasado domingo, el electorado decidió darle el voto de
confianza a Danilo Medina, ya que él encarnaba lo más confiable para
permitir una continuidad de la estabilidad y, a la vez, hacerle frente a
tantas tareas inconclusas que la actual administración fue postergando
u olvidando ante la urgencia de invertir cuantiosos recursos en obras
de infraestructura, especialmente viales e hidráulicas.
Finalmente, en el electorado caló la idea de no arriesgarse con la otra oferta del partido blanco, que hizo aflorar todas las angustias y fracasos de lo que vivió el país en el periodo 2000-2004, cuando por las improvisaciones hubo pérdida de la majestad moral de lo que encarna el símbolo de un presidente en que cada día nos traía alguna jocosidad que se celebraban a todos los niveles y nos hacía olvidar la crisis del desorden administrativo y económico que estalló en el país, primero que la mundial de 2008.
Al candidato triunfador morado, al cual lo han elegido las mayorías nacionales, con el convencimiento de las dificultades que el pueblo le atribuye que padece, por la presencia de funcionarios muy influyentes en la actualidad, que se han granjeado la animadversión popular por sus actuaciones divorciadas de lo que debe ser un servidor honesto del Estado.
Lograr que el pueblo depusiera su decisión de sacudirse del poder morado desde la Presidencia le costó al candidato triunfador muchos sudores y esfuerzos, que ya una vez lo apartaron de la gracia del poder. Pero su tesón increíble y una enorme capacidad de organización y planeación, lo llevó a conquistar casi todos los cuadros importantes de su partido, además de un apoyo popular que pudo superar el valladar de que la gente quería un cambio.
Y las angustias de la gente por sacudirse de la hegemonía morada, impulsó una decisión y propósito de volcarse a manos de un político carismático y locuaz que conquistó un fervor popular para propiciar el cambio, que solo se frenaba ante el recuerdo de cuatro años de una gestión malograda, y que encajan en cuatro años perdidos de la vida institucional de la nación.
La nación va a iniciar un periodo decisivo en la vida institucional del país, en donde, y de acuerdo a las promesas de Medina, podría iniciarse la etapa de la modernización, y a la vez darle el verdadero sentido democrático y plural a las instituciones, despojándolas de una vez para siempre de los rasgos de lo que por espacio de 30 años encarnó la dictadura de Trujillo que estampó por siempre a los dominicanos, que al verse con algún poder extraen de sus subconscientes los deseos de actuar, como el dictador, con prepotencia y atropellando a quienes sirven, aparte de vivir en el boato social.
Han resurgido las esperanzas en un pueblo, por haberse decidido a apoyar las aspiraciones de un político que tiene su sueño propio de bienestar y progreso nacional. Pese al pesado lastre que arrastraba por las actuaciones de la gente de su entorno, y que fueron los artífices de su campaña, pero al menos después del 16 de agosto el país confía que nuevas caras más refrescantes le responderán, con sus actuaciones y dedicación, a sostener los logros del país, que en los últimos ocho años lograron mantener índices de crecimiento superiores a los que han experimentado los demás países del continente hispano parlante.
http://www.hoy.com.do/opiniones/2012/5/23/429087/El-sendero-del-cambio-seguro
Finalmente, en el electorado caló la idea de no arriesgarse con la otra oferta del partido blanco, que hizo aflorar todas las angustias y fracasos de lo que vivió el país en el periodo 2000-2004, cuando por las improvisaciones hubo pérdida de la majestad moral de lo que encarna el símbolo de un presidente en que cada día nos traía alguna jocosidad que se celebraban a todos los niveles y nos hacía olvidar la crisis del desorden administrativo y económico que estalló en el país, primero que la mundial de 2008.
Al candidato triunfador morado, al cual lo han elegido las mayorías nacionales, con el convencimiento de las dificultades que el pueblo le atribuye que padece, por la presencia de funcionarios muy influyentes en la actualidad, que se han granjeado la animadversión popular por sus actuaciones divorciadas de lo que debe ser un servidor honesto del Estado.
Lograr que el pueblo depusiera su decisión de sacudirse del poder morado desde la Presidencia le costó al candidato triunfador muchos sudores y esfuerzos, que ya una vez lo apartaron de la gracia del poder. Pero su tesón increíble y una enorme capacidad de organización y planeación, lo llevó a conquistar casi todos los cuadros importantes de su partido, además de un apoyo popular que pudo superar el valladar de que la gente quería un cambio.
Y las angustias de la gente por sacudirse de la hegemonía morada, impulsó una decisión y propósito de volcarse a manos de un político carismático y locuaz que conquistó un fervor popular para propiciar el cambio, que solo se frenaba ante el recuerdo de cuatro años de una gestión malograda, y que encajan en cuatro años perdidos de la vida institucional de la nación.
La nación va a iniciar un periodo decisivo en la vida institucional del país, en donde, y de acuerdo a las promesas de Medina, podría iniciarse la etapa de la modernización, y a la vez darle el verdadero sentido democrático y plural a las instituciones, despojándolas de una vez para siempre de los rasgos de lo que por espacio de 30 años encarnó la dictadura de Trujillo que estampó por siempre a los dominicanos, que al verse con algún poder extraen de sus subconscientes los deseos de actuar, como el dictador, con prepotencia y atropellando a quienes sirven, aparte de vivir en el boato social.
Han resurgido las esperanzas en un pueblo, por haberse decidido a apoyar las aspiraciones de un político que tiene su sueño propio de bienestar y progreso nacional. Pese al pesado lastre que arrastraba por las actuaciones de la gente de su entorno, y que fueron los artífices de su campaña, pero al menos después del 16 de agosto el país confía que nuevas caras más refrescantes le responderán, con sus actuaciones y dedicación, a sostener los logros del país, que en los últimos ocho años lograron mantener índices de crecimiento superiores a los que han experimentado los demás países del continente hispano parlante.
http://www.hoy.com.do/opiniones/2012/5/23/429087/El-sendero-del-cambio-seguro
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