Hoy lunes 9 de abril arranca la etapa decisiva de la campaña electoral que culminará el próximo 20 de mayo. He dicho y lo seguiré haciendo por radio y televisión que el país se está jugando más que la mera elección de un Presidente de la República. El país elegirá si quiere mantener la estabilidad económica que le han brindado ocho años de administración del Partido de la Liberación Dominicana, o si por el contrario quiere que ésta se pierda, con las catastróficas consecuencias que ello conllevaría.
Estoy convencido de que si Hipólito Mejía ganara las elecciones del próximo 20 de mayo, el proceso de devaluación de la moneda, la fuga masiva de capitales y la ausencia total de confianza en los actores económicos de la República, llevarían al país en muy poco tiempo a un caos nunca visto y mucho mayor que el generado por el pésimo manejo de la economía del gobierno pepehachista en el año 2003.
Una tasa del dólar de 55, 60 ó 70x1 antes del 16 de agosto, con todo lo que ello representa, lleva a un colapso total de nuestro país; a la quiebra masiva de empresas y negocios y envía a las calles a millones de dominicanos que perderían sus empleos. El efecto de un nerviosismo o ausencia total de confianza de los tenedores de los certificados del Banco Central por más de 250 mil millones del llamado déficit cuasifiscal (generado por la violación de la ley del gobierno pepehachista), crearía un verdadero estado de emergencia económica, social y política en la República Dominicana.
Que nadie piense ni por un segundo, que lo descrito anteriormente es un ardid politiquero de quien esto escribe para asustar a la gente y procurar votos en favor de nuestro candidato Lic. Danilo Medina. Lo expresado en este artículo es una descripción cabal del peligro a que estamos expuestos todos los dominicanos, incluyendo aquella parte del pueblo que se siente inconforme con el gobierno del Presidente Leonel Fernández.
La realidad objetiva es que ni Hipólito Mejía, ni José Lois Malkún, ni Andy Dahuajre, ni Arturo Martínez Moya, están en condiciones mínimas de hacerse cargo de la cabina de control de la economía dominicana, en momentos terribles de una crisis mundial cuyo fín no se alcanza a avizorar. Sólo habría que poner como ejemplo que ya, sin asomarse siquiera al poder, Hipólito Mejía ha causado pánico en los mercados internacionales, haciendo que bancos tan importantes como el japonés Nomura hayan ordenado a sus relacionados a retirar y recoger beneficios en la República Dominicana.
Si nos imagináramos por un segundo la absurda y remota posibilidad de que el pueblo dominicano cometiera un suicidio colectivo, eligiendo a Hipólito Mejía, solo habría que visualizar que sobre el panorama descrito tendríamos un Presidente de la República sin un Senador, peleando con el Congreso, con el Tribunal Constitucional, con la Suprema Corte de Justicia, desde el primer día de gobierno. Un verdadero pandemónium y una grave crisis de gobernabilidad.
Lo que está en juego, reitero, no es el color de los partidos y cuál de éstos ganará; es la convivencia armoniosa y en desarrollo de todos los dominicanos. Danilo Medina, en esta coyuntura, es la candidatura de la estabilidad, del progreso y de la esperanza en continuar las muchas cosas buenas que ha hecho Leonel Fernández, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo.
Danilo, hombre honesto, prudente y preparado, es la esperanza y la salvación de este país para no caer en el caos a partir del próximo 20 de mayo. Por eso, en esta etapa final de la campaña es preciso hacer un llamado a mucha gente que no participa en política partidista y decirle que trabajar para hacer a Danilo Presidente es trabajar para que el país no se derrique por un precipicio. Por ello, a todo el que le duela esta nación y su futuro les hago un llamado a involucrarse directa o indirectamente en esta labor. Que nadie se quede indiferente. La patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón hacía muchas décadas que no se veía en un trance tan delicado para su futuro, como es el de decidir en las urna entre su estabilidad y el caos.
Estoy convencido de que si Hipólito Mejía ganara las elecciones del próximo 20 de mayo, el proceso de devaluación de la moneda, la fuga masiva de capitales y la ausencia total de confianza en los actores económicos de la República, llevarían al país en muy poco tiempo a un caos nunca visto y mucho mayor que el generado por el pésimo manejo de la economía del gobierno pepehachista en el año 2003.
Una tasa del dólar de 55, 60 ó 70x1 antes del 16 de agosto, con todo lo que ello representa, lleva a un colapso total de nuestro país; a la quiebra masiva de empresas y negocios y envía a las calles a millones de dominicanos que perderían sus empleos. El efecto de un nerviosismo o ausencia total de confianza de los tenedores de los certificados del Banco Central por más de 250 mil millones del llamado déficit cuasifiscal (generado por la violación de la ley del gobierno pepehachista), crearía un verdadero estado de emergencia económica, social y política en la República Dominicana.
Que nadie piense ni por un segundo, que lo descrito anteriormente es un ardid politiquero de quien esto escribe para asustar a la gente y procurar votos en favor de nuestro candidato Lic. Danilo Medina. Lo expresado en este artículo es una descripción cabal del peligro a que estamos expuestos todos los dominicanos, incluyendo aquella parte del pueblo que se siente inconforme con el gobierno del Presidente Leonel Fernández.
La realidad objetiva es que ni Hipólito Mejía, ni José Lois Malkún, ni Andy Dahuajre, ni Arturo Martínez Moya, están en condiciones mínimas de hacerse cargo de la cabina de control de la economía dominicana, en momentos terribles de una crisis mundial cuyo fín no se alcanza a avizorar. Sólo habría que poner como ejemplo que ya, sin asomarse siquiera al poder, Hipólito Mejía ha causado pánico en los mercados internacionales, haciendo que bancos tan importantes como el japonés Nomura hayan ordenado a sus relacionados a retirar y recoger beneficios en la República Dominicana.
Si nos imagináramos por un segundo la absurda y remota posibilidad de que el pueblo dominicano cometiera un suicidio colectivo, eligiendo a Hipólito Mejía, solo habría que visualizar que sobre el panorama descrito tendríamos un Presidente de la República sin un Senador, peleando con el Congreso, con el Tribunal Constitucional, con la Suprema Corte de Justicia, desde el primer día de gobierno. Un verdadero pandemónium y una grave crisis de gobernabilidad.
Lo que está en juego, reitero, no es el color de los partidos y cuál de éstos ganará; es la convivencia armoniosa y en desarrollo de todos los dominicanos. Danilo Medina, en esta coyuntura, es la candidatura de la estabilidad, del progreso y de la esperanza en continuar las muchas cosas buenas que ha hecho Leonel Fernández, corregir lo que está mal y hacer lo que nunca se hizo.
Danilo, hombre honesto, prudente y preparado, es la esperanza y la salvación de este país para no caer en el caos a partir del próximo 20 de mayo. Por eso, en esta etapa final de la campaña es preciso hacer un llamado a mucha gente que no participa en política partidista y decirle que trabajar para hacer a Danilo Presidente es trabajar para que el país no se derrique por un precipicio. Por ello, a todo el que le duela esta nación y su futuro les hago un llamado a involucrarse directa o indirectamente en esta labor. Que nadie se quede indiferente. La patria de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón hacía muchas décadas que no se veía en un trance tan delicado para su futuro, como es el de decidir en las urna entre su estabilidad y el caos.
http://www.listindiario.com/puntos-de-vista/2012/4/9/228107/El-pais-entre-la-estabilidad-y-el-caos
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