El 20 de mayo de 2012 quedó registrado como un
día histórico para la República Dominicana. Ese día el país enfrentó uno
de los peligros más grandes de su historia democrática, como fue la
posibilidad real, y que en algún momento lució segura, de caer en un
precipicio que la hubiera destruido en todos los órdenes.
Por eso, el primer mensaje que le envié a mis amigos y relacionados el pasado día 21 rezaba: “Hoy debe haber una gran celebración en toda la nación, pero muy especialmente deben oficiarse misas de acción de gracias. Nunca, en décadas, la nación se había visto expuesta a una destrucción en todos los órdenes como el día de ayer. Dios Todopoderoso iluminó al pueblo, a todos los que participamos en esta patriótica lucha, despejó el clima para salvar a la República de su hundimiento. ¡Viva Dios Misericordioso! ¡Viva la República Dominicana!”.
Concluida la batalla electoral, puedo compartir con mis lectores que siempre aposté a la inteligencia e intuición de nuestro pueblo. En los momentos en que Hipólito Mejía el año pasado lucía invencible ante una disminuida candidatura de Danilo Medina, discutía con muchos amigos y periodistas sosteniendo que el pueblo dominicano no se suicidaría y que Dios tampoco lo abandonaría.
La victoria no solo fue de Danilo, de doña Margarita, del PLD, del PRSC, de la FNP y todos los aliados; sino también la victoria de la estabilidad, que hizo respirar aliviada a la nación del caos económico que le asechaba si el equipo económico del PPH asomaba la cabeza para hacerse con las riendas del poder el próximo 16 de agosto.
En el transcurso de la semana pasada fueron cientos las personas que nos felicitaban en las calles, que me decían con alivio: “Doctor, por suerte que ustedes sacaron al país de las ruedas de una patana”. Lo que hubiera ocurrido el lunes 21 en este país si el Huracán PPH hubiera ganado, nadie está en capacidad de imaginarlo en su real magnitud. Filas en los bancos; compra masiva de divisas; expatriación de capitales; espiral incontrolable de precios de la gasolina, de la canasta familiar y de todo lo que aquí se importa, sumiendo de forma inmediata al país en una catástrofe económica.
En todo lo ocurrido, la mano invisible y poderosa de Dios nos acompañó en todo momento; nos dió el valor y la fuerza para ayudar a la población a abrir los ojos, haciendo que, de forma a veces inexplicable e insondable, los mayores y más costosos errores del candidato contrario, Hipólito Mejía, provinieran de su propia boca.
El sábado 19 de mayo en la noche, luego de presenciar una lluvia torrencial e incesante durante todo el día, todos los pronósticos indicaban que el domingo 20 sería igualmente bajo agua. El PPH se frotaba las manos, porque se hicieron la ilusión de que una parte importante de las mujeres dominicanas no irían a la urnas a empaparse. Las imágenes del satélite de Weather Channel no podrían ser más ominosas para el pronóstico del tiempo. Pese a todo ello, de forma milagrosa, en la madrugada del 20 el cielo se limpió sobre la República, permitiendo que los dominicanos y dominicanas acudieran a votar de manera cívica y ordenada a elegir su nuevo presidente.
A las 6 de la tarde del día 20, el veredicto del pueblo estaba dado. Hipólito Mejía derrotado, obteniendo casi exactamente la misma votación de su partido PRD del 2010, que fue de 46.3%. El PPH sólo pudo avanzar 0.6% en dos años, en gran modo por los errores graves de su candidato y el pesado fardo del recuerdo del fatídico gobierno pepehachista.
Danilo Medina, con quien tuve el gran honor de estar en la noche del 20 de mayo en el Hotel Hilton, imperturbable y humilde, esperó pacientemente los cómputos de la Junta Central Electoral. No quiso proclamar su triunfo, a pesar de que tenía el cien por ciento de las actas computadas en su Centro de Cómputos; y que en el último boletín de la madrugada la JCE mantenía su victoria en primera vuelta, con el 83% de las mesas computadas.
A consejos que nos permitimos hacerle algunos de los allí presentes, entre los cuales se encontraba quien esto escribe, nos respondió: “No puedo violar la ley. Tenemos que esperar que sea la Junta Central Electoral la que proclame mi triunfo, aunque se tenga que celebrar mañana.”
Esa respuesta de Danilo, aún en contra de lo que era a todas luces su conveniencia, lo enaltece y es, sin duda, un primer ejemplo de lo que signará su comportamiento como Jefe de Estado, para alegría y esperanza de la nación y de quienes los hemos apoyado.
La gran triunfadora del 20 de mayo fue sin duda la República Dominicana, la parte de la población que nos escuchó y votó por Danilo y la otra, que confundida, votó por el PPH. A ella también, aunque no lo sepa o no comprenda, se le salvó del caos y el desastre.
Si alguien tiene alguna duda, sólo tiene que leer la noticia publicada por el Diario Libre el pasado 24 de mayo que dice: “Financial Times dice en República Dominicana ganó el candidato de la estabilidad”. Destaca que tras pérdida de ‘Papá’ mercados respiraron aliviados.
http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2012/5/28/234200/Gano-la-Republica
Por eso, el primer mensaje que le envié a mis amigos y relacionados el pasado día 21 rezaba: “Hoy debe haber una gran celebración en toda la nación, pero muy especialmente deben oficiarse misas de acción de gracias. Nunca, en décadas, la nación se había visto expuesta a una destrucción en todos los órdenes como el día de ayer. Dios Todopoderoso iluminó al pueblo, a todos los que participamos en esta patriótica lucha, despejó el clima para salvar a la República de su hundimiento. ¡Viva Dios Misericordioso! ¡Viva la República Dominicana!”.
Concluida la batalla electoral, puedo compartir con mis lectores que siempre aposté a la inteligencia e intuición de nuestro pueblo. En los momentos en que Hipólito Mejía el año pasado lucía invencible ante una disminuida candidatura de Danilo Medina, discutía con muchos amigos y periodistas sosteniendo que el pueblo dominicano no se suicidaría y que Dios tampoco lo abandonaría.
La victoria no solo fue de Danilo, de doña Margarita, del PLD, del PRSC, de la FNP y todos los aliados; sino también la victoria de la estabilidad, que hizo respirar aliviada a la nación del caos económico que le asechaba si el equipo económico del PPH asomaba la cabeza para hacerse con las riendas del poder el próximo 16 de agosto.
En el transcurso de la semana pasada fueron cientos las personas que nos felicitaban en las calles, que me decían con alivio: “Doctor, por suerte que ustedes sacaron al país de las ruedas de una patana”. Lo que hubiera ocurrido el lunes 21 en este país si el Huracán PPH hubiera ganado, nadie está en capacidad de imaginarlo en su real magnitud. Filas en los bancos; compra masiva de divisas; expatriación de capitales; espiral incontrolable de precios de la gasolina, de la canasta familiar y de todo lo que aquí se importa, sumiendo de forma inmediata al país en una catástrofe económica.
En todo lo ocurrido, la mano invisible y poderosa de Dios nos acompañó en todo momento; nos dió el valor y la fuerza para ayudar a la población a abrir los ojos, haciendo que, de forma a veces inexplicable e insondable, los mayores y más costosos errores del candidato contrario, Hipólito Mejía, provinieran de su propia boca.
El sábado 19 de mayo en la noche, luego de presenciar una lluvia torrencial e incesante durante todo el día, todos los pronósticos indicaban que el domingo 20 sería igualmente bajo agua. El PPH se frotaba las manos, porque se hicieron la ilusión de que una parte importante de las mujeres dominicanas no irían a la urnas a empaparse. Las imágenes del satélite de Weather Channel no podrían ser más ominosas para el pronóstico del tiempo. Pese a todo ello, de forma milagrosa, en la madrugada del 20 el cielo se limpió sobre la República, permitiendo que los dominicanos y dominicanas acudieran a votar de manera cívica y ordenada a elegir su nuevo presidente.
A las 6 de la tarde del día 20, el veredicto del pueblo estaba dado. Hipólito Mejía derrotado, obteniendo casi exactamente la misma votación de su partido PRD del 2010, que fue de 46.3%. El PPH sólo pudo avanzar 0.6% en dos años, en gran modo por los errores graves de su candidato y el pesado fardo del recuerdo del fatídico gobierno pepehachista.
Danilo Medina, con quien tuve el gran honor de estar en la noche del 20 de mayo en el Hotel Hilton, imperturbable y humilde, esperó pacientemente los cómputos de la Junta Central Electoral. No quiso proclamar su triunfo, a pesar de que tenía el cien por ciento de las actas computadas en su Centro de Cómputos; y que en el último boletín de la madrugada la JCE mantenía su victoria en primera vuelta, con el 83% de las mesas computadas.
A consejos que nos permitimos hacerle algunos de los allí presentes, entre los cuales se encontraba quien esto escribe, nos respondió: “No puedo violar la ley. Tenemos que esperar que sea la Junta Central Electoral la que proclame mi triunfo, aunque se tenga que celebrar mañana.”
Esa respuesta de Danilo, aún en contra de lo que era a todas luces su conveniencia, lo enaltece y es, sin duda, un primer ejemplo de lo que signará su comportamiento como Jefe de Estado, para alegría y esperanza de la nación y de quienes los hemos apoyado.
La gran triunfadora del 20 de mayo fue sin duda la República Dominicana, la parte de la población que nos escuchó y votó por Danilo y la otra, que confundida, votó por el PPH. A ella también, aunque no lo sepa o no comprenda, se le salvó del caos y el desastre.
Si alguien tiene alguna duda, sólo tiene que leer la noticia publicada por el Diario Libre el pasado 24 de mayo que dice: “Financial Times dice en República Dominicana ganó el candidato de la estabilidad”. Destaca que tras pérdida de ‘Papá’ mercados respiraron aliviados.
http://www.listin.com.do/puntos-de-vista/2012/5/28/234200/Gano-la-Republica
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