martes, 27 de abril de 2010

PLD: Razón política de la continuidad en el Progreso

8:57 PM -

 
En el Siglo 21, es un grave error de los estrategas de campaña electoral suponer que la gente de a pie nunca aprende nada de la historia. La experiencia de los gobiernos de pos guerra, 1962-1995, sobre todo los gobiernos del PRD 1978-1986, por ejemplo, habían sido tan decepcionantes que nadie podía siquiera imaginarse que el Dr. Joaquín Balaguer podría regresar al poder en el año de 1986.

Tras la desaparición física del Dr. José F. Peña Gómez, todos los hombres públicos y símbolos del PRD, Hatuey Decamps Jiménez, por ejemplo, que esbozaban lo que confiaban serían los principios de la socialdemocracia y del futuro orden institucional, apenas, tenían cabida en los organismos de dirección.

Y por si la memoria histórica no hubiera bastado para hacerles comprender la realidad social e incitarles a institucionalizar al PRD, los altos riesgos políticos sociales en caso de no hacerlo eran evidentes para todos los que acababan de luchar contra el Dr. Joaquín Balaguer y el bipartidismo 1966-1978 y se enfrentaban a la perspectiva del reduccionismo y del poderío oficialista avanzando hacia el congreso y los ayuntamientos a través de las ruinas de unas estrategias perredeístas que no habían funcionado lo suficientemente bien entre Antonio Guzmán Fernández, el Dr. Salvador Jorge Blanco y Jacobo Majluta Azar. Había cuatro cosas que los responsables de tomar decisiones en el PRD tenían claras en primer lugar, el desastre político, social y económico entre 2000 y 2004, se encontraba presente en el imaginario de la gente.

Aquello, en verdad se había debido en gran parte a la disrupción del sistema comercial y financiero mundial y a la consiguiente fragmentación del capitalismo en economías de escalas con gobiernos reeleccionistas de vocación autárquica. En segundo lugar, el sistema monetario de ente 1996-2000, por ejemplo, había gozado de estabilidad en crisis, gracias a la hegemonía de la economía estadounidense y del valor adquisitivo del peso frente al dólar. En el período gubernamental 2004-2008 el peso ya no había sido lo bastante fuerte para cargar con esta responsabilidad, que ahora sólo podían asumir los prestamistas internacionales y el dólar.

Esta conclusión, naturalmente, despertó mayor entusiasmo en Washington que en ninguna otra parte. En tercer lugar, la crisis global del capitalismo se había debido al fracaso del mercado libre sin restricciones. A partir de entonces el gobierno dominicano 2008-2012 hubo de complementar el mercado con la planificación y la gestión pública de la economía o bien actuar dentro del marco de las mismas.

La firme tutela del FMI y la planificación del gabinete económico del PLD no eran una novedad para la opinión pública. Incluso la titularidad del Banco Central en los cálculos de consumo y la gestión pública del Poder Ejecutivo era bastante habitual en los periódicos de circulación nacional y su obra de gobierno estaba bastante extendida en los estudios de opinión de los noticiarios de televisión después del año 2000.

Aunque las tendencias neoliberales del mercado internacional eran generalmente latentes en la actividad económica durante la contemporaneidad del bipartidismo la gente otorgó mayor relieve político a las encuestas, como en el caso de la contra reforma constitucional del Ing. Hipólito Mejía Domínguez de entre 2002-2004. En la práctica, el gobierno dominicano 2004-2008 dirigió su atención hacia la mejora de las condiciones de vida de su electorado de clase trabajadora y hacia la introducción de reformas sociales a tal efecto.

Como el gobierno dominicano 2008-2012 no disponía de otra alternativa, salvo hacer un llamamiento al diálogo, a la recuperación y por ende al crecimiento, que ningún estratega social demócrata sabía como destruir, ni siquiera podía intentarlo, el Poder Ejecutivo, por ejemplo, tuvo que fiarse de que una economía generadora de riquezas financiaría sus objetivos socio-políticos. Por distintas razones, los estrategas de campaña del nuevo PRD e incluso muchos intelectuales, el Dr. Hugo Tolentino Dipp , por ejemplo, y pre claros periodistas profesionales, durante la campaña actual, estaban convencidos de que avanzar en el 2010 para ganar en el 2012 era una consigna impensable.

Hacia finales de 2003, por ejemplo, determinados objetivos políticos y sociales habían fallado, el acuerdo de Madrid, por ejemplo, la devaluación de la moneda, la criminalidad y la violencia se multiplicaron. Al fin y al cabo, es así como lo estrategas del PRD entre 1978 y 1986 y más adelante, catorce años después, entre 2000-2004, por ejemplo, habían dirigido su economía política. Desde el ascenso del Partido de la Liberación al poder en 2004 los sustos de la hiper-inflación y el déficit público especulativo ya no alejaban a los inversionistas de los campos de la economía. Esto hizo que resultase natural que los candidatos del PLD y del Bloque Progresista apoyaran sus consignas en la defensa de la estabilidad y el progreso.

Ahora bien, si bien es cierto que el PLD se reforzó políticamente en casi todas las provincias y municipios hay que distinguir claramente entre la disposición general a hacer lo que hoy había sido impensable y la eficacia real de cada una de las nuevas recetas inflacionarias que creaban los genios del FMI, y eso es difícil de evaluar. En el año 2004, el gobierno del Dr. Leonel Fernández Reyna emprendió un programa serio de planificación económica para modernizar la economía de servicios.

La adaptación de la tarjeta Solidaridad, un logro importante de gestión pública real, debió tener consecuencias a favor de los sectores vulnerables, ya que entre 2000-2004 un millón de dominicanos fueron excluidos del sistema capitalista y pasaron a formar parte del ejército de pobres y desempleados; es seguro que los programas sociales y de asistencialismo acortaron distancias respecto a la inequidad de la región más que ningún otro socio de los norteamericanos, América Central entera incluida.

Pero, en realidad ¿Cómo se puede explicar el constante asedio político del PRD a la sociedad, su división política permanente, basados en la inverosímil premisa del ejercicio democrático? ¿Resulta tan extraño, si se mira con atención? Puede que no. Mientras existe una marcada tendencia de preferencia del voto hacia el PLD y sus aliados, justificada por una expansión sustancial en las obras públicas y los programas sociales, la magnitud de la obra del gobierno dominicano 2008-2012 superó con mucho las previsiones y críticas irracionales de los estrategas de campaña del PRD. Por razones sociales y políticas había que impedir el retorno del PRD al poder.

Eso estaba claro. Al llegar el mes de mayo del 2004, el PRD estaba de nuevo en la oposición. Con el auge de los medios de comunicación, la radio y la televisión y con el fin del sistema de hablar de oídas, el PRD perdió parte de su preponderancia entre las mujeres y los jóvenes y una parte aún mayor de su público.

http://www.elnuevodiario.com.do/app/article.aspx?id=196683

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