Lic. Vinicio A. Castillo Semán
Con ocasión de un aniversario más del fallecimiento del ex presidente Joaquín Balaguer, se ha reavivado el debate histórico alrededor de la responsabilidad del vil asesinato del periodista Orlando Martínez Howley, ocurrida la prima noche del 17 de marzo del año 1975.
A Orlando Martínez lo conocí siendo yo prácticamente un niño, al verlo llegar en su Lancia Beta color azul a mi casa ubicada en el ensanche Naco, a visitar habitualmente a mi padre, Dr. Marino Vinicio Castillo, por quien Orlando siempre manifestó pública y privadamente los mayores sentimientos de admiración y reconocimiento.
Nunca olvidaré el impacto y la conmoción que en mi casa, mi familia, y sobre todo en mi padre, produjo la noticia de que Orlando, a quien quería entrañablemente, había sido asesinado. Con la responsabilidad y la valentía que le caracteriza y a pesar de su relación política histórica con Joaquín Balaguer, el Dr. Vincho Castillo emplazó en términos dramáticos al entonces presidente Balaguer en procura del esclarecimiento y castigo de los culpables de tan horrible hecho.
La verdad histórica es que Joaquín Balaguer no ordenó, ni tuvo nada que ver con la orden de matar a Orlando Martínez, ignominia que por décadas tuvo que soportar en vida y que se repite después de muerto, proveniente de sus enemigos históricos que, cegados por la pasión y el odio frente al caudillo reformista, nunca han tenido la objetividad de analizar este tema apegados estrictamente a la verdad.
La verdad histórica es que si hubo investigación para descubrir quiénes fueron los autores de la muerte de Orlando Martínez, ésta solo fue posible por la orden y la voluntad de quien era el Jefe de Estado en aquellos días, que inmediatamente ocurrió ese horrendo hecho, designó como nuevo jefe de la Policía al entonces mayor general Neit Rafael Nivar Seijas, con instrucciones precisas de realizar una investigación exhaustiva de lo ocurrido, sin importar que ésta profundizara en los jerarcas militares envueltos en el mismo, quedando los interrogatorios de éstos a cargo del general Beauchamps Javier.
Para nadie fue un secreto entonces que la designación de Neit Nivar, con las instrucciones precisas de la investigación, era un claro mensaje de guerra al poderosísimo sector militar que había ordenado la muerte de Orlando, y que podía costar la cabeza del mismo Joaquín Balaguer. Y fue así, en ese contexto, en que con el apoyo vital de Balaguer, se descubrieron los autores materiales e intelectuales de la muerte de Orlando Martínez, a través de un proceso investigativo, que no es otro que el que décadas después llegara a manos de la justicia dominicana y por el cual hoy hay sanciones judiciales en el caso Orlando.
Si algo se le puede endilgar con justicia a Joaquín Balaguer es que, una vez recibido el informe de los generales Nivar Seijas y Beauchamps Javier sobre la muerte de Orlando Martínez, no procedió a castigar y llevar a la justicia a los autores materiales e intelectuales de la misma. Pero, para ser justos con él, tenemos que situarnos en el contexto donde esto se dio y la crisis militar que tuvo que enfrentar inmediatamente se produjo el asesinato de Orlando, con la renuncia de los más importantes jefes militares del país.
La posibilidad real de ser derrocado por un cruento golpe, en el que indiscutiblemente hubieran aflorado de nuevo la división en las Fuerzas Armadas (en ese entonces caracterizada por grupos hegemónicos bien definidos), con el riesgo inmenso de que esto degenerara en un gran río de sangre, no fueron consecuencias inverosímiles en aquellos momentos dramáticos para la nación.
Joaquín Balaguer midió los efectos de actuar contra los militares que la investigación había identificado. Como hombre de poder con los pies sobre la tierra, se dio cuenta que no tenía la más mínima posibilidad de éxito en ese camino y que, de haberlo hecho en ese momento, la estabilidad de su régimen y del país estaban en grave peligro. Lo que hizo fue, a partir de la muerte de Orlando Martínez, guardar la investigación, no sin antes enviar el resultado de la misma a importantes personalidades dominicanas (que con legítimo temor tampoco revelaron nada en ese momento), para que en el futuro pudieran variar las circunstancias que permitieran un enjuiciamiento de ese grave crimen. De ahí le surgió la idea de dejar la famosa “página en blanco”, que posteriormente iba a ser llenada por la investigación ordenada por él, que no fue otra que la que cayó en manos del Dr. Abel Rodríguez del Orbe, procurador general de la República en el primer gobierno del presidente Fernández y del Dr. Juan Miguel Castillo Pantaleón, juez de Instrucción que conoció del caso.
¿Qué hizo, sin embargo, el PRD, que tanto provecho sacó a la sangre de Orlando, al detentar el poder del 78 al 86? Conociendo la investigación de Nivar Seijas y Beauchamps perfectamente, lo que hicieron los gobiernos perredeístas fue ascender y premiar a los autores de la muerte de Orlando, incluyendo en el gobierno de Salvador Jorge Blanco el ascenso a general de Joaquín Pou Castro.
Por eso estoy de acuerdo con lo dicho por el sobrino del Dr. Joaquín Balaguer, el Lic. Joaquín Ricardo García, la “página en blanco” ha sido llenada; su contenido no es otro que la investigación, valiente en ese momento, ordenada por Balaguer en situaciones de extremo peligro. Gracias a ella y a la voluntad de ese hombre, el pueblo dominicano sabe con detalles lo que pasó y, aunque tarde, ha logrado pasar factura judicial a los autores de esa dolorosa y triste experiencia del asesinato de quien fue, sin dudas, una de las plumas más insignes del periodismo dominicano.
http://www2.listindiario.com/puntos-de-vista/2010/8/2/153081/Defensa-a-Joaquin-Balaguer
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