jueves, 12 de agosto de 2010

El poder de la influencia

POR DOMINGO PEÑA NINA* 
 
*EL AUTOR es médico. Reside en Santo Domingo


La influencia es la habilidad de ejercer poder (en cualquiera de sus formas) sobre alguien, de parte de una persona o un grupo de personas, para controlar y/o modificar las percepciones de los demás sobre algo.

En nuestro medio, la influencia es el ejercicio del poder político de manera directa o indirecta, por un individuo o un grupo dentro de la sociedad. Este uso del poder político no necesariamente lo ejercen las autoridades formales que gobiernan, muchas veces quienes lo hacen son familiares, relacionados o subordinados de las autoridades, que aseguran o dejan entrever que actúan con el apoyo de la autoridad con quien están relacionados, sea esto cierto o no. En estos casos se habla de una situación especial que se ha denominado "tráfico de influencia". Y su finalidad esencial es conseguir beneficios o ventajas de manera irregular.

En una concepción acuñada por Robert Dahl que permite comprender claramente el poder de la influencia, se conceptualiza el poder como la capacidad que un sujeto "A" tiene para hacer que otro sujeto "B" actúe de determinada manera según sus intereses y su voluntad. De esta manera, se dice que "A" ejerce su poder sobre "B".

Conjugando, entonces, ambas concepciones: influencia y poder, se puede entender lo que decimos. Basta con ver el cambio de actitud que presenta una persona, independientemente de la posición que ostente, cuando quien lo aborda le dice que es familiar, amigo o empleado de confianza de un funcionario superior al abordado, y sobre todo, cuando le sugiere que ha ido como un recomendado del mismo o con una encomienda de éste, y para no dejar dudas añade que dicho funcionario le envía sus saludos y le pide que ante cualquier duda o inconveniente “le dé una llamadita o pase por su oficina para tomarse juntos una tacita de café o té”. Es así como poder e influencia conjugados actúan para conseguir que una persona proceda de acuerdo a lo que se le solicita, para complacer, por así decirlo, al funcionario que quizá pueda necesitar en el futuro, y de ese modo asegurar una actitud recíproca, o al amigo o funcionario que ya lo complació anteriormente y tiene la obligación moral de corresponderle.

Así las cosas, podemos decir que la influencia puede ser cooperativa, como en los casos anteriormente mencionados, pero también puede ser coercitiva, cuando la petición la hace alguien con mayor cercanía a un jefe superior a ambos, que en nuestro caso casi siempre resulta ser el presidente de la República o el ministro de determinada cartera, o de la empresa, en casos fuera de la esfera gubernamental. El funcionario de menor jerarquía, por temor a que el otro le hable en su contra al presidente, ministro o administrador de la empresa, en caso de que no lo complazca, decide satisfacer sus requerimientos, persuadido por una posibilidad adversa. Pero también lo contrario es posible. En este último caso, la influencia es de tipo atractivo. Quien recibe la petición de un funcionario más cercano al jefe superior, lo complace con la esperanza de que el mismo en algún momento dado le hable al jefe a su favor o resalte sus “buenas cualidades y dedicación” como empleado.

En la prosecución de la búsqueda de los beneficios deseados, la utilización del poder de la influencia, se auxilia cada vez que puede de recursos políticos, si se cuenta con ellos, como forma de persuasión, para facilitar una respuesta rápida y favorable.

Ha habido casos, justo es decirlo, en los cuales el funcionario a quien se ha hecho la petición termina rechazándola porque entiende que lo que se le solicita es algo indecoroso, o bien genera privilegios inaceptables para alguien en particular, en desmedro de la mayoría. Este funcionario, ha debido enfrentarse antes a la gran habilidad de convencimiento que suelen desarrollar estos portadores de peticiones, e incluso, a veces, debe enfrentar amenazas de represalias en torno a la posición que ostenta en el presente y sus posibilidades futuras.

Otro tipo de influencia muy utilizada en nuestro medio es la económica. Ofertada o pedida, se usa con frecuencia con buenos resultados. La razón no es tanto la inmoralidad de las personas, sino su necesidad. Los salarios percibidos en el país habitualmente muy por debajo de lo requerido para vivir con un nivel de comodidad aceptable, llevan a las personas que no poseen principios suficientemente sólidos a sucumbir a las tentaciones económicas. Otras ocasiones ceden, porque entienden que si no lo hacen y aprovechan las dádivas ofertadas, de cualquier manera otro lo hará.

Pensamos nosotros que es la debilidad de nuestras instituciones lo que propicia que la influencia tenga poder. Y además, desde luego, la creencia enraizada de que aquí no se consigue nada si no se utiliza una “cuña”. Estas “cuñas” casi siempre la constituyen dirigentes partidarios que tienen la facultad de hacer y firmar una carta de recomendación del partido en el poder. Como en nuestro país, el gobierno es el principal empleador y para conseguir un empleo hay que pertenecer al partido gobernante son posibles estas mediocridades.

Debemos sin embargo, prepararnos cada día más, con la realización de estudios que nos califiquen para desempeñar funciones públicas o privadas, o para ejercer liberalmente una profesión. La principal carta de presentación debe ser la preparación académica obtenida, no una recomendación política. Y demás está decirlo, junto al aval académico, debe ser nuestra moral, lo que ejerza el mayor poder de influencia a nuestro favor, no importa dónde se esté, y debe, además, servir de ejemplo a quienes nos rodean y a las personas con quienes nos relacionamos.

http://www.almomento.net/news/135/ARTICLE/66344/2010-08-11.html

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