Ricky Noboa
El pueblo dominicano aún no ha cumplido con Duarte. Hay mucho espacio que cubrir para recuperar la esencia de su mensaje y sacrificio. Entiendo que no hemos sido dignos ni orgullosos con su legado.
Hemos permitido que sus pasos se hayan perdido por falta de interés, seriedad, dejadez e indiferencia. Hemos sido permisivos a que la mentira y la falsedad hayan justificado la comodidad en conversatorios y cafecitos, en peñas como en la plaza Bolívar de Caracas, sin reconocer que los enemigos locales e internacionales de Duarte son los mismos que hoy atentan contra nuestra nacionalidad. A la violencia, inseguridad y otros sucesos, hay que agregarle el crimen horrendo de la desinformación hacia las nuevas generaciones, sobre nuestros valores patrios. Duarte es la esencia y la pureza nacional.
No es cierto de la desaparición de 14 años del patricio de territorio sudamericano. No es cierto que el patricio era un menesteroso por el sólo hecho de tener un negocio de velas y velones, negocio rentable en momentos en que no existía luz eléctrica. No es cierto que vivía precariamente, puesto que residía en una zona parecida a Gazcue, en la ciudad de Caracas, en un hogar rico en dignidad.
No se puede regatear su participación en las guerras de independencia de Venezuela, comprobado en su poder organizativo en sociedad con el líder independentista Marcelino Núñez en la ciudad de Achaguas, así como también junto al general y héroe nacional General Páez. Su descendencia familiar en Venezuela es de personas de preparación, escritores, científicos, que se preocupan por el prestigio del patricio, sentimiento que es natural en un país que respeta y emula al Libertador.
Pienso que es hora ya de que una de las prioridades en la agenda nacional sea la preservación del legado de Duarte para que las nuevas generaciones sientan la necesidad de apegarse al crecimiento en valores, que a la postre es el más importante de una sociedad en momentos donde la inversión de los mismos se da a todos los niveles y donde la figura nacionalista de Juan Pablo Duarte debe ser innegociable y colocada en un contexto donde nuestra soberanía sea la esencia de nuestra nacionalidad.
Sus palabras trascendieron las fronteras para ser universales cuando dijo: “Vivir sin Patria es lo mismo que vivir sin honor”.
http://www2.listindiario.com/puntos-de-vista/2010/8/11/154393/Respeto-a-Duarte
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