Con una crisis económica mundial que estremeció los cimientos de las naciones más desarrolladas del mundo y frenó el crecimiento en varios países emergentes, la República Dominicana logró enfrentar este desafío gracia a la prudencia y sabiduría de la política económica del gobierno y su presidente.
Mantener el control de la tasa cambiaria en alrededor del 36.23 por uno, inflación de un solo dígito (2.92 al mes de abril), bajas tasas de interés (8.46% la activa y 6.39% la pasiva), crecimiento del PIB de 1.5% en el 2009 en medio de las turbulencias de la crisis mundial y del 7.5% en el primer trimestre de este año, expresión del dinamismo de la economía local, reservas internacionales netas por 2,295.5 millones de dólares, repunte en el empleo (en el último trimestre del 2009 se crearon 58 mil nuevos empleos), debía de tener una expresión político-electoral. Y la tuvo.
Nuestro Maestro Juan Bosch nos enseñó que si la economía marchaba bien, la política marcharía bien; si la economía iba mal, la política iría peor. El triunfo del PLD y sus aliados refleja la verdad de esta sentencia. El buen desenvolvimiento económico del gobierno fue premiado con su relegitimación y, el Partido, con el triunfo electoral.
Muy mal hace el PRD y su dirigencia en tratar de empañar los comicios del pasado 16 de mayo. Con tan buenos economistas en su dirección política, deberían de saber que la clave de este triunfo no es el fraude, sino la economía, como fue esta la causa de la derrota del PRD en el 2004.
Nada de buscar responsabilidad fuera de la casa. Nada de culpar a otros de sus fracasos. Nada de buscar enemigos externos para explicar la debacle interna. Nada de extremismo irracionales irresponsables, amenazando con tomar las calles. Después de todo, vale recordar a la dirección del PRD, que su derrota la provocó el buen desempeño económico y político del gobierno, de Leonel y del PLD. En fin, “La economía, estúpidos”.
Autor: Carlos Amarante Baret
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